miércoles, 27 de noviembre de 2013

I'll never be your beast of burden.






“I’ll never be your Beast of Burden”. ¿Les cuento algo? Las cosas siguen un poco desparejas. Pero, si de algo sirve todo esto, es para que yo lea por segunda vez la Biografía de mi querido y ya cercano amigo, Keith Richards. Y tal vez… todo se trate de eso.

La neta (o realidad) –aquí hay espacio para cualquier tipo de latinismo- es que las opciones pueden ser múltiples. Las razones, unas cuantas. Los días, se pueden contar del uno al siete y cada uno de ellos, emparentarse con algún curioso planeta de esos que orbitan sobre el mismo sistema solar que compartimos, todos juntos, como hermanos. Los viajes se pueden sumar en meses, años. Se podría re-calcular cuántas veces sean necesarias, las suerte del GPS y nada nos llevaría a nada.

Escribir solía ser algo placentero, no algo pasajero. ¿Lo recuerdas Amadeus? Yo te leía con ínfulas y ganas. Las palabras golpeaban. Las teclas se rompían. Los renglones se sumaban y los párrafos quedaban acumulados en montoncitos que algunos llamaban lamento, otros diario y, por qué no, argentinismo.

Hoy estoy en la Argentina, te cuento. Las intenciones son las mismas. Las ganas, son pocas. El destino, ¿o el desatino?  -ya no sé bien cómo llamarlo-  me llevaron a alguna circunstancia un poco ridícula por demás y después de ello, lo mismo de siempre. Amadeus no sabe a dónde ir, Miguel se vuelve loco y se vuelca en una cuesta que sólo apunta al infierno de la bipolaridad. Amigos, droga, amigos, rock, amigos música, alguna mueca… Rock…  Y lo mismo vuelve a repetirse.  Una y otra vez, ¿cuál era esa palabra griega? Ah, sí. Me acuerdo: TAUTOLOGÍA. Que no acepta cambios. Que se repite. Siempre igual.

Podré ser, porque lo soy: un montón de cosas. Algunos días, me despierto con más curiosidad que otros y se me da por leer sobre el Tarot y practicar tirando cartas. Otros, soy un romántico. En los menos, soy feliz sólo por existir. Y allí, el KI de la cuestión. ¿Será que soy Conejo, Mago, Libra,  o una carta del Tarot? Será que soy Amadeus, Miguel, Fausto, Alfalfa, Narigón. ¿será que soy una marca al costado izquierdo de una guitarra que no deja de acompañarme a ninguno de todos los múltiples universos en los que vive Amadeus? ¿Era Amadeus o era Fausto? Ya ni me acuerdo.

No estoy en la completa sanidad. No, jamás. Creo que los días me hacen más y más inestable. Me desligué de todo y todos. Por más de cinco años, anduve viajando sin rumbo y el sin rumbo me llevó al lugar de partida: Buenos Aires. ¿Querés que te diga la verdad? Sos preciosa Buenos Aires. Sos tan celosa. Tan multifacética. Tan única. Tenés tanto Rock. Es, realmente, admirable.
Y yo, sólo quiero ser una estrella de Rock que haga Rock que cante Rock, que respire Rock.

“How Can I Stop”, ¿mi querido Keith? Sólo puedo responderte con un “I’ll never be your beast of burden” pero creo que ya sabés ésa respuesta. Tal vez, sea hora del “Hey you, get off my cloud”. Pero no hay a quién decírselo.

Me gustó mucho lo que hiciste el otro día Amadeus, me olvidé de contarte: estuviste a pleno Rock todo el fin de semana. Con gente que se acercaba a escucharte tocar el Blues. Escuché a varios felicitarte al respecto. Y eso me alegro. ¿Seguimos?

….

Salud viejo amigo.



Amadeus, 

martes, 5 de noviembre de 2013

Sobre la Desesperación




Ay… amigos, ¿cómo les cuento mi rabia? ¿Por dónde empiezo? Tanto rebajarse. Tanto bajarse. ¿Bajarse? Sí. Bajarse. Bajarse de un avión eligiendo una ciudad cualquier… la más austral de ser posible y venir ¿a dónde? A la nada misma.

Quiero culpar a alguien. Pero no puedo. Quiero decir que me arrepiento. Pero no me sale. Quiero decir que tengo orgullo. Pero de ése no me queda. Quiero gritar que el mundo es un lugar fantástico y lleno de esperanzas… Pero no creo en nada. No creo en nadie. No creo en las ciudades. No creo en los países. No creo que pueda yo servir para alguna cosa. Y acá me tienen…

Tengo una bronca que abarca toda la costa del pacífico e incluye el resto del océano. Tengo una cosa tan adentro que no me deja dormir tranquilo.

¿Qué hago? Un ataque de desesperación. ¿A dónde estoy yendo? A la ruina misma, mis queridos amigos. A la ruina mísera del patético personaje que ya nada tiene para ofrecerles. Entendí que mi ejemplo es un ejemplo de esos que mata pasiones. De esos que arruinan amores. De esos que no dejan nada a la imaginación. Soy la indiscutible prueba de que hacer las cosas mal tiene sus consecuencias. De que en realidad, ser un inútil, tiene poca utilidad. Y tal vez, sea hora de ser útil. Pero, ¿qué les digo? Si me quedé sin palabras.

Sin embargo, ¿a qué me aferro hoy? Me han robado hasta la esperanza. Se me acabaron las fuerzas. Se acabó todo. Basta de sueños. Basta de ideas. Basta de gente. Realmente, hoy me gustaría desaparecer.


Amadeus, estoy desesperado. ¿Qué hacemos?

sábado, 12 de octubre de 2013

Otro tonto post rock...



¿Cómo se confiesa la verdad, cuando somos meros protagonistas de un presente simple que se desenvuelve en tiempo? El tiempo, “Si no me lo preguntan, entonces lo sé. Pero sí alguien me lo pregunta, entonces no sé” escribió San Agustín en sus confesiones. Pienso, claro. Como siempre.

Estoy un poco desorientado. Estuve corriendo de lado a lado por mucho tiempo. Y sin dudas que la adaptación va a llevar varios meses más. Pero al fin puedo comenzar a sentir que el presente que vivo es el que, en definitiva,  estaba buscando.

Estoy disfrutando de mi segundo fin de semana. Conforme a una rutina que hace tiempo añoraba. Cada uno de  nosotros podrá elegir de qué lado de la vereda pararse y ninguna estará mal. Algunos optarán por el lado de la seguridad, otros por su contrario. Habrá quienes se moverán de forma más imprecisa  y los que dirán que planear es más conveniente. Los veremos pasar, a algunos: serios y decididos y otros, inconformes y aturdidos. 

Ahí creo encontrar la magia. Se me da por pensar que el presente es lo más digno de lo que nos podríamos fiar; porque no hay quien sea capaz de definirlo tal como es. Ahora vendrán esas típicas preguntas: ¿quiénes somos, qué buscamos, qué queremos?

Yo discuto todo ello solamente con mi alter ego y varias horas al día. Resulta ser una forma constante –y hasta mañosa- de cuestionarme.  Así,  no sé por qué, creo acercarme más a lo que verdaderamente estoy buscando. ¿Qué es? Francamente no lo sé, pero me atrevo a decir que nada menos que mi vida.

Fui -y lo sigo siendo-  un acérrimo defensor de la libertad y del espíritu; aunque entiendo ser muy acelerado e impaciente cuando se trata de tomar decisiones. Sea como fuere  justificaremos pues al estilo, según nuestra cosmopolita forma de entender el mundo, ¿o no?

Ridículo será leerlo  y discutible el motivo, pero yo tengo una idea aproximada de lo que quiero. Y es encontrar aquello que sea mejor y para mí. En su forma más sencilla y de sentido de supervivencia que debe existir en cada uno de nosotros. Y pienso, rápidamente, en la música y esa cosa de la libertad, la multiplicidad, la adaptabilidad… siempre nueva, siempre bella, siempre única, siempre luchando.

Seguiré siendo un incesante caminante,  ridículo, excéntrico y torpe, soñador y bruto, inservible y confianzudo, hablador y exagerado. Porque en  la vida sé es un poco de todo y somos todos, un poco de alguno. Porque la perfección es tan hermosa que más vale defenderla y buscarla que conformarse y entregarse… o quizás sea todo lo contrario. Me gustaría algo que contuviese a las dos posibilidades y allí en éso encontrar el sentido al presente.

… Me da la sensación que éste es otro torpe posteo de rock…

martes, 10 de septiembre de 2013

Caminante que haces camino al andar



¡Uf…! ¡Cuánto tiempo sin escribir! ¿Qué fueron, unas tres semanas? Pasó de todo aquí, en esta región tan austral del mundo. Y las palabras que se siguen sumando. Si tengo que serles enteramente francos, mis queridos lectores (me temo que cada vez quedan menos), pensé en escribir unas cuantas veces.
Uno de los tópicos que más se repetía en mi cabeza –es menester entender que yo pienso cada post con mucho anticipo y evalúo cada uno de sus posibles resultados- era sobre la personalidad en el Rock. Sin embargo, frente a tal tema, se me hacía un poco imposible ser del todo sincero.

Mi personalidad, sufre trastornos de grandeza, entre otros tantos males. Lo que hace a la tarea harto dificultosa, si se trata de ser enteramente ciertos con la verdad. Pero, por suerte, para despeje de muchos y coincidencia de algunos pocos, estuve leyendo mucho.

Estas semanas sirvieron un poco para eso. Dejé, definitivamente, Dubái. Lamentablemente, todo atisbo de esperanza, quedó resumido a cenizas. Ni mi italiana, la que otrora solía acompañarme con palabras dulces, quedó a la espera de alguna noticia mía. Ya no soy quien era. Mi alma quedó opacada y un poco más tosca. No digo sabia, porque lejos estoy de ello. Pero sí, opacada. Chata. Vulgarizada. De una vulgaridad típica de quien necesita ser uno mismo, tal vez. Ahora, no se preocupen. Sigo estudiando el italiano, cada día un poco más. Es una lengua preciosa, llena de conceptos hermosos sobre la Belleza y el Arte del bien.
A todo esto, se le suma la fatídica tarea de ser un ente social. Pero la diferencia aquí, frente a otras alternativas, es que la ruta hacia lo que quiero, se vuelve mucho más accesible frente a otras posibilidades que antes podía plantearme. Me sobran, a Dios gracias, las entrevistas y se me dan las propuestas. Puede que tenga que trabajar un poquitito más de lo que esperaba, pero nada de lo que no esté dispuesto.

Sigo escribiendo en mi diario. Una especie de “journal”  que llevo conmigo a todas partes. En él, anoto cosas de lo más disímiles. Mientras que un día puedo estar escribiendo harto sobre el Rock, puede que al día siguiente, esté escribiendo alguna poesía. Lo que tiene de sencillamente atractivo éste medio frente a los demás, es que es enteramente mío y yo decido si compartirlo o no.

Puede que este post se vuelva redundante. Puede que sólo sirva para alivianar las consciencias que quedaron pasivas frente al insulto sutil de quien no quiere verme más. Puede, incluso, que me sirva más a mí que a esas otras personas. Pero siempre me gustó creer que mis lectores son aquellos que yo bien conozco y que, en alguna inverosímil realidad, hasta quizá sea yo mismo que me releo en algunos años de aquí. O algun alma que en los sueños busca pero no encuentra. O el espejo de Bórges que lee porque es un re-lector de los textos imposibles. O un Cortázar, que escribe sobre lo que no tiene sentido escribir o un Alejandro Dolina que escribe por escribir.

Tengo muchas ganas de escribir sobre “La Personalidad en el Rock”, disertación a la que vengo dándole forma en cada unas de mis mañanas. Si le sirve de consuelo a alguno de mis lectores, a los que prometieron leerme por siempre, la música se ancló en mi vida para nunca más dejarme. ¡Y es fascinante ver qué tal progreso se hace evidente y piel, en cada una de mis horas frente al instrumento! Paso horas viéndola, durmiendo al lado mío... mi guitarra. Sintiendo cada una de sus cuerdas como si fuera mi misma  carne. Escribiendo canciones y haciendo cositas nuevas.


¡Prometo devolverles los tópicos más interesantes, pero para hacer fiel a la promesa que hice sobre este blog, aquí se escribirá un poco de todo, de todo lo que haga falta, de todo lo que sobre, de todo lo que no se deba escribir, de todo lo que tal vez escriba… de todo… Amadeus, de todo!

viernes, 16 de agosto de 2013

Consideraciones del Rock n Roll, Capítulo II.





Llegó el momento de abrirme entero y, ¿quién mejor que Jackie Greene para seguir sobre éste fascinante mundo que es el Rock? Hace algunos días me recibí de libertino y rápidamente, un tremendo peso dejó de azotarme. Aquí no voy a descargar culpas, porque lo que tengo para decir es poéticamente inspirado y sutilmente inducido. ¡Hablamos del Rock n Roll, señoras y señores! Ármense de valor.

“sometimes we drink whisky, sometimes we drink wine but as long as we’re drinking we are doin’ just fine!”

¡Qué curioso cómo el rock aquí se expresa en el vértice preciso de la liberación y con qué atino!  Hoy leía un poco de El Banquete de Platón, nombre que en realidad, no es del todo acertado. El comentarista y traductor de mi versión del Banquete sostiene que el nombre apropiado y griego para éste diálogo es Symposyo. Esto se debe a que lo que se cuenta es lo que ocurre después de la cena, continuando con lo que, en aquel entonces, era costumbre hacer en una celebración.

El Symposyo consistía, específicamente, al momento donde se empezaba a beber vino. Primero se hacían las libaciones correspondientes a Zeus, Apolo y calculo yo, Baco y luego se decidía cuánto se bebería y sobre qué tópico se discutiría.

Ahora bien, la bebida en la civilización griega, está constantemente presente. A su vez, ellos como sociedad son los autores de funciones tan elementales y humanas como puede ser el motivo del brindis; que se inspiró en la desconfianza pero se afianzó en la amistad.  Tal vez, no sea preciso recordar aquí pero uno de los dioses más importante fue Baco que era, ni más ni menos, el dios del vino. El que traía a las musas, estimo yo.

Con esto, no quiero más que adelantarme a mi conclusión, por demás, sabida sobre la relación que arrastra el Rock n Roll con la bebida. Sin intenciones de hacer una apología sobre el alcohol, creo que la práctica se puede extender hacia las infusiones y bebidas en general. Y me recuerda, un poco más, a las filosofías antiguas de origen asiático que tan desarrollado tienen el tema del té. Lo que sí es deducible  es que la bebida cuando se hace en compañía puede ser un excelente momento de cambios, emociones y velocidad.

Hay gente que disfruta de Tom Waits tomando vino. Yo soy uno de ellos. Y a la vez, qué culpable me siento al admitir que también puedo disfrutar con tal elemental placer, tomar Jack Daniels con los Rolling Stones o Cerveza con el tango. Siempre existirá una versión romántica del desamor y el rock, del rock y el trago. Del trago y la Reflexión. De la reflexión y la Compañía. De la compañía a la soledad.

Vivimos en un mundo de opuestos, en donde lo más básico se registra en arquetipos, con eso, inventamos funciones de excelencia y somos críticos con aquel a quién demandamos nada más ni nada menos que la perfección. Sin embargo, en la música, esa paradoja arquetípica se derrumba y lo que queda es la expresión misma de la libertad. Por suerte, la música, necesita de la compañía porque estaría engañando a mí y a ustedes, si no les dijera que cada instrumento tiene alma y que por lo tanto, a la hora de tocar están presentes el espíritu de quien ejecuta y el alma de lo ejecutado.

Celebremos pues, en esta oda dionisíaca y festejemos entonces que, a veces,  lo intrascendente trae consigo la trascendencia de no ser nada más que puro presente.

¡Salud!


Amadeus,   

domingo, 11 de agosto de 2013

Sobre lo que es la Quietud y lo que es el Movimiento





¡Hoy es domingo, día fijado para que yo escriba! ¡Sí, claro que sí! Estuve pensando toda esta mañana, o tal vez, todos estos días libres que anduve teniendo últimamente, pensé sobre la constante tarea que arrastra ser alguien. ¿Curioso, no? Algunos hacemos todo tipo de vericuetos para llamarle la atención al mundo y buscar, dentro de esas paredes finamente construidas para generar “destinos”, algún tipo de significado interior que nos dé la esperanza de haber vivido gozosamente.

Hace algunos días leí un titular sobre un supuesto estudio científico que aseguraba que (sic) “… una vida de significado vale más que una vida de felicidad”. Pienso que pueden tener muchísima razón. Para empezar, no creo que la felicidad sea algo a lo que la humanidad deba aspirar, ¡ojo no me tomen por pesimista y déjenme brindarle las razones correspondientes! Creo que la felicidad tiene lo vulgar que arrastra todo aquello que es efímero, mientras que el significado se interpone ante cualquier emoción. ¿En definitiva, qué somos más que bípedos con la tarea de razonar sobre qué queremos en la vida?

Fue una semana complicada. Exceso de sustancias varias y una búsqueda personal sobre el valor de las cosas y la vida. Un poco de lo típico pero con todo lo demás que uno arrastra. Me da mucha gracia ver cómo todo aquello que no fue resuelto antes, vuelve hoy a ocuparme la cabeza. ¿O tal vez fue ayer? Bueno no importa tanto tampoco. Pero sí es cierto que nos movemos de forma esférica y siempre con la vista en un objetivo fijo. ¡La vida es movimiento, dijo Aristóteles! Por lo que, siguiendo su esquema típicamente deductivo, la quietud es felicidad.
Fui a ver a un pseudo psicólogo  esta semana. Alguien que por cierto, me ayudó muchísimo en un día de muchísima intensidad. Me dijo que tenía la tara de buscar la felicidad en la perfección y con el aval de otras personas. A lo que disgustado respondí que la perfección era algo que peresguía obsesivamente. Me insistió en esto de escuchar  a mi corazón, que siempre fue muy intuitivo y a su vez, me sugirió que cuando las cosas se pongan muy feas, buscara calmarme con algo que me distraiga y no tanto con ello con lo que constantemente me entretengo, a saber : la música, los vicios, pensar sobre cosas inútiles, etc.

Me habló con un tremendo carisma y después de su sesión, de la que podría dar detalles durante varias horas, alguien me llamó por teléfono. Alguien que, aquí en Chile, ya se ha ganado el título de amigo, pese a que es mucho mayor que yo. Me hablo fríamente, como lo haría alguien que sólo busca hablar con el corazón. Me dijo, Amadeus, quien te ama de verdad te sigue hasta el fin del mundo y aquel que no, pues bueno, será que sólo tiene que ser un lindo recuerdo.

Fue un golpe duro, sobre todo, porque dicho comentario fue acompañado de un pésimo clima de frío polar y una muy mala ubicación tiempo-espacial. Sin embargo, ¿qué se puede decir? Me acuerdo sobre los principios éticos del yoga y como  soltar es parte del principio de la No Violencia.

Yo vivo de la Fantasía, pese a que Schopenhauer insiste en que una pésima idea dado que lo que pueda resultar de cada una de nuestras fantasías, no es ni remotamente cerca de lo que son los hechos reales.  Por ello, decidí dejar de fantasear un poco sobre algunas cosas: El Amor Perfecto, las Amistades Perfectas, ser una Estrella de Rock n Roll.  No obstante, en cambio, me propuse la más viva acción. Ser parte de algo y moverme en pos de todo aquello que bsuco. Siguiendo el razonamiento lógico aristotélico.

Fue muy frustrante ver como el pasado trata de llamar la atención utilizando medios tan mezquinos. No es la primera vez, igual.  Hoy entiendo que la distancia es un elemento difícil de controlar por más tecnología que haya. Lo que más me molesta, sin embargo, es el egoísmo del que fui, somos y seremos parte. En definitiva, cada uno tiene su propia esfera y un poco de sus propias metas. Yo tengo una guitarra. Tengo algún que otro amigo que por suerte, me quiere muchísimo y tengo el don de convertir a la gente y ponerla en mi favor.

¡La actitud no está en quedarse quieto, sino en moverse! La felicidad no está en alguien, está en algo. La vida no se pasa sentado, sino corriendo. Las ideas no son más que maquetas de lo que es acto. Yo, no soy nada más que alguien que escribe un domingo a la tarde porque considera que escribir de tarde es un buen ejercicio.

¡Salud por lo efímero del momento y lo divertido e intrigante del presente!


sábado, 27 de julio de 2013

Consideraciones sobre el Rock, capítulo uno.



Me levanté temprano hoy. Día sábado, sol y perfecto. Hoy, pensé, voy a dedicarme a escuchar Rock  -todo-el-santo-día.  Suelo ser una persona recurrente. Tengo mis anotaciones permanentes sobre reflexiones varias, en mi cuadernito que llevo conmigo a todas esas partes que están ahí afuera. Me nace sincerarme con esto que algunos llaman espíritu de vez en cuando. 

Hoy quise sincerarme con el Rock. Me levanté, como bien dije, temprano en este hermoso día de sábado. Hice las libaciones correspondientes al dios de la inspiración y salí a que las calles me tomaran. Quería, un poco, perderme en la ciudad, entre la gente, entre el caos. ¿Acaso el rock no es eso, el talante de un caos que se desenvuelve de forma melódica y con extraordinaria simpleza? ¡Quería experimentar el rock en toda su bondad! Libre de definiciones. 

Sobre la marcha de mi caminata, vi árboles, montañas cubiertas de nieve,  edificios que están tan viejos que se caen a pedazos,  paredes pintadas de azul, gente andando en bicicleta o saltando en skeat que le dicen. Vi parejas tomadas de las manos. Vi familias enteras devorando el día con esa misma ínfula con la que tal vez sentí que debí hacerlo yo esta mismísima mañana. Por supuesto, la diferencia entre la familia y yo era -o es- nula pero, mientras ellos improvisaban, yo tenía un tracklist rockero preparado para que hiciera de todo este teatro, una coordinada escena.

Las canciones se fueron sucediendo como se da en la secuencia lógica en la que se devienen todas las cosas, una tras otra y ¡el rock! ¡El rock… seguía ahí! Automáticamente las palabras rockeras: ¡Toro y pampa!  Las condescendencias que brinda el rock. Ese espíritu individual de ser libre en el completo sentido de la libertad. Libre de obstrucciones. Libre de ataduras ficticias que jamás existieron. Libre de ser enteramente responsable de nuestras propias almas. Anoté en mi cuaderno, frente a esta ínfula de origen rockero que aparentemente, crecía en mí: “El rock es la responsabilidad de ser uno mismo”.

No sé qué tan atinada será toda esta cuestión, ¿Y en realidad, a quién le importa? Pero observé, hoy en la ciudad, como cada uno lucha por ese derecho a ser individuo. Ese derecho que tanto nos duele, nos pesa; que nos hace sentir toda esa tremenda responsabilidad como si hubiera un hueco difícil de llenar. ¿Dónde están los significados y todo el significante que representa ser individuo? Vi gente que siente tanta lástima de sí misma que no hace más que querer dar lástima a los demás. Tanta gente que quiere ser querida y sólo quiere dar. Tanta gente luchando, por individualidades que se contraen y que nunca discrepan entre sí, no en esencia al menos.  Porque somos una lucha de egos que nacen, se reproducen y mueren. 

¡PERO QUE NO ME MIENTAN!

 ¿Cuándo ven a ese otro ser con la remera típica de AC/DC y lo ves caminando hacia vos, no te nace sonreir? ¿Por qué? ¡O como cuando vemos a esos héroes tomando Jack Daniels, solos, en una barra! El amor por las rutas, el amor por viajar por tener algo que contar, por tener amigos. El rock, supera cualquier otra elemental circunstancia que quiera proporcionar algún veredicto final sobre cómo hay que vivir. Y despoja todos esos enigmas insulsos sobre lo que está bien y lo que está mal. Porque con el rock, la responsabilidad de ser rockero viene antes que cualquier otra cosa.

Por eso el Rock, no defrauda a las masas, "son las compañías discográficas" (en todo caso). Por eso el rock, no niega amigos, los suma. Por eso el Rock, se mueve en motos o en camiones, lo que sea más ligero pero lo que nos mueva al fin. Por eso el Rock, le canta a la muerte, porque a veces está siempre presente. Por eso el Rock, es fiel y se mantiene estático porque los principios inquebrantables en los que se constituyó no fue en la música (si bien ahí se nota perfectamente el estado de éxtasis al que se puede llegar), si no en ése ideal tan importante como efímero que involucra: ¡Rockear!

Así pues, rockeros del mundo, hoy les dejo una vez más  una consideración sobre el Rock. Porque siento que nos llenamos la boca hablando de cosas que no tienen sentido y quería ser yo también, uno más de el montón hablando sobre cosas tan infinitamente absurdas como todas las demás.

¡A vos amigo, fiel estima siempre presente!

Amadeus,


*Nota al margen, fuera del texto original: Porque en definitiva, siempre hablando del rock, ese derecho a ser nosotros mismos, nos lo merecemos por el simple hecho de  estar vivos.

miércoles, 10 de julio de 2013

Soy un Egoísta.



Soy un egoísta: y tengo que admitirlo de una buena vez. Esta carga de ser tan yo, me pesa un poco. Y hoy, frente a todos y todas, tengo que ser enteramente franco y abrirme. Al principio, yo creía que el egoísmo era algo que sólo se leía en los libros de Dostoievski o en las buenas historias de Cortazar. Sin embargo, yo soy el peor de todos. Lo dije antes y lo digo ahora: soy un monstruo.
A la tarde, después de unos días de ya estar en Chile, decidí que era conveniente salir un poco. Las cuerdas de mi guitarra están bastante gastadas y, dado que me robaron esos hermosos encordados que compré en Estados Unidos para que, una vez abandonado Dubái, pudiera cambiarlos al llegar a BAires; tuve que considerar la idea de que, tal vez, era necesario comprar cuerdas. Me tomé mi tiempo.

Pensé para mis adentros: “Amadeus, si haces esto ahora, es el fin. No vas a salir más del cuarto y lo sabés”. Pero no lo pude resistir y busqué en internet una casa de Música. Fui a tres y en ninguna de las tres tenían las cuerdas que yo quería. Casi desisto y voy a una cuarta hasta que comprendí que el instrumento, por suerte, se adapta a mí y no al revés. Tuve que comprar otras. Pero toda esta lucha de cuerdas me hizo reflexionar hondamente sobre mi situación actual. Tal vez, porque ésta salida que recién comenté, vino acompañada de una pregunta por parte de unas de mis amigas: “¿Saliste ya a conocer?”. Claro, respondí,un poco...Pero ahora, "la verdad" si es que quieren saberla: no. No recorrí nada. ¿Y quieren saber por qué, fieles lectores de las cartas de Amadeus? PORQUE NO ME INTERESA. ¡Y he lo ahí, mi egoísmo y yo!

Solía pensar, por qué no creer, que el Amor venía envasado en un cuerpo de mujer al que uno decidía querer y éste era ideal y perfecto. Ya estoy viejo para esos pormenores y ni siquiera me interesa tal idea del amor pictórico y romántico. Me interesa y me desespera sólo, saber si le puedo cambiar las cuerdas a mi guitarra. ¡Y otra cosa que me vuelve loco es saber que no traje mi mandolina aquí conmigo!
 
Soy un monstruo. Soy un altanero andante que va de ciudad en ciudad buscando una guitarra. Buscando un poco de música. Perdí todo interés en ser mejor, en conocer mejor en sentir mejor. Sólo quiero estudiar música y seguir, de a poquito, con esta evolución personal que una vez tomé como lucha y hoy defiendo como estilo de vida. Soy tan necio que ni si quiera voy a clases ¡y lo bien que me harían! No. Pero a mí, no me interesa.

Me gustaba pensar en los sueños y en las metas. ¡En las idas y vueltas! En los caminos que toma la vida y los coloquios universales que nos dan los espacios fieles de desarrollo y evolución. Me pregunto:¿de qué sirve todo esto? ¿De qué? Si ya no tengo nada de eso. No tengo sueños. Puede que tenga metas, pero definitivamente no son sueños. ¿Tengo ganas de vivir en otro lugar? Si. ¿Tengo ganas de viajar? Si. ¿Tengo ganas de hacer música? Si. Pero, precisamente, es lo que vengo haciendo desde los últimos años, ¿verdad? Entonces, Tom Waits no es tan repetitivo como uno piensa y está bien que él silbe y yo cante. Porque en definitiva él usa saco y fuma cigarrillo y a mí me gusta vestir con sombrero.

Yo veo las horas que se esconden en mi ventana y un montón de palabras de mujer me suenan en los oídos. Pero soy egoísta y no puedo esconder esa nauseabunda idea de que sólo quiero ser yo y morir con una guitarra o, por lo menos, algún instrumento que se le parezca. Mi héroe es Keith Richards, y creo que a estas alturas, superó mi pasión por Napoleón.

¿Entonces? ¿En dónde quedan los planes de vida y las ganas de seguir adelante? Otra vez, lamento defraudarlos amigos míos, queridos lectores, ¡apasionados del Rock! Pero la ruta no se terminará aquí y puede que en ningún otro lado. Sólo existe un lugar que me es preciado en el corazón y ese lugar es Buenos Aires. Pero lamentablemente, como lo dijo alguien que hoy no me acuerdo: a Buenos Aires sólo se la puede extrañar cuando se está lejos, porque si no, se la odia. Y a mí me gusta extrañarla.

¡Adiós Buenos Aires! Bienvenido a Latinoamérica.

Amadeus,  

viernes, 21 de junio de 2013

¡En defensa del Rock!


 

 
Ay… cuando escribir se vuelve aburrido. ¿Quieren un secreto? Tengo varias teclas del teclado gastadas de lo fuerte que las golpeo y, una de ellas, está completamente suelta del “slot” que le corresponde. Curiosamente, es la coma. ¿Qué informal y satírico es esto del destino, verdad?

Yo siempre creí, porque soy de esos que tiene que creer en algo, que los meses de cambio eran febrero y diciembre. Y, sin embargo, hoy me toma por sorpresa esto de que en junio me esté yendo y quizás que en julio empiece algo y, tal vez, que pronto me vuelva indenpendiente; y finalmente, que me convertiré en Rockero y seré millones.

 

Que aburrido que soy escribiendo. Siempre hablando de las mismas cosas: cambios, cambios, cambios, letras, letras, letras, palabras, palabras, Plotino, Plotino. ¿Quieren saber la verdad, amantes de la sabiduría universal? Si Plotino hoy estuviera vivo, sería una estrella de Rock cantándole al inconformismo mismo del sinsentido que es el mundo y la guerra contra el Monsanto.  Tuve debates intensos en estos días, con varios de mis amigos. Lamentablemente, a raíz de la distancia, los tuve que hacer “online”. A uno de ellos le confesé:  (SIC) “… nosotros somos los culpables de que Justin Bieber esté sonando en todas las radios”. Mi amigo, frenéticamente, me respondió: “ya no quedan buenos músicos, ahora son todos muy conformistas”. Y yo finalmente, repliqué: “No, siempre fue lo mismo”.

 

Yo tengo un anillo en el dedo anular de mi mano derecha, es negro. Una vez me preguntaron en la pileta del edificio en donde me quedaré sólo hasta el próximo jueves: ¿Ese anillo significa algo? Le contesté: Sí. Que entrego mi vida al Rock N Roll. Y quedó finalizada la conversación. Negro, la ausencia de Color, no la suma de todos los colores, infeliz. (A él se lo digo que quiso hacerse el sapiente).

 

¡Qué ridícula mi afirmación! ¡Entregarle la vida al Rock! Bueno amigos, sólo hubo dos cosas que nunca me han defraudo: Una buena canción y una botella de Whisky. La música siempre estuvo cargada de Rockeros. El error está en querer poner al Rock como un género musical cuando, en realidad, es una actitud frente a la vida. ¡Si, es una actitud! ¿O creen que Mozart con los Divertimentos buscaba gustarle a la gente? No, claro que no. ¡Él fue un Rockero! Chopin también. Siempre buscando más y más en las imbricadas redes de la música. ¡La música, la más excelsa de todas las Artes! El himno de la Alegría que compuso Beethoven, incluso cuando ya estaba sordo con un coro de más de sesenta personas. ¡Eso es Rock!

Y después los hubo, en las nuevas generaciones. Los 50' arrancaron polleras.  Y todos creyeron ver una década en decadencia cuando llegaron los 60’. El fin de una Era y el Principio del Fin. Los fanáticos religiosos se subieron las medias, los padres les gritaron a sus hijos, las empresas compraron patentes, el mundo se redistribuyó y las estrellas pasaron a estar más cerca del planeta tierra. La tele se hizo popular y nació MTV. La gente gustó de la Música, los padres les gritaban más a sus hijos. Llegaron las sustancias más pesadas. MTV se hizo más grande. Los Beatles se separaron. Lo matan a Lennon, llega Michael Jackson, se inventan personajes como Madonna, se mueren las bandas glam, nace el “movimiento Seattle”, R.E.M, Pearl Jam, Nirvana: la mentira musical más grande de la historia… O como a mí me gusta llamarla: la banda más MTV de la historia. Justin Bieber: Fin.

 

Ahora, díganme,  post breve resumen: ¿de quién es la culpa? ¡Qué tan aburridas son mis palabras! Yo estoy escuchando a Gram Parsons que, seguramente, es más desconocido de lo que yo creo que es. ¿Alguien googleara una canción de él? No. ¿Por qué no? Porque hemos arruinado el gusto. ¡Qué triste, porque todos cantamos, aunque sea alguna vez una de sus más canciones más conocidas! Me llaman idealista, me llaman soñador: “You may say I’m a dreamer, but I’m not the only one”. Claro que no, mi querido John. Yo sigo aquí y hasta que no me fusilen por defender mis ideales, frente a las puertas de un teatro en donde espero brindar mi concierto al público expectante; hasta entonces digo, no descansaré en defender los ideales del Rock N’ Roll. La libertad, el placer, el crecimiento espiritual. Abajo esa ridícula idea del egoísmo y el monopolio del gusto. ¡Abajo discográficas asesinas que intentaron censurar a Dylan, a Lennon, a Cash! ¡Abajo, monstruos con atuendos bonitos que se hacen llamar músicos! ¡Adiós a la música sin sentimiento! BASTA DE JUSTIN BIEBER.

 

Yo seguiré siendo un montón de cositas. En entre ellas, un eremita falaz que busca en la Música, una espiritualidad y que encausa como Razón de Ser, los principios fundacionales del Rock N’ Roll. Cada día un poco más solo. Cada día un poco más loco. Cada día con una barba más blanca. Ese soy yo y ése seré. Hay gente que seguirá sin escuchar a Gram Parsons y dirán que saben de música. Hay gente que elogiará a Gram Parsons y dirán: ¡Aguante Nashville! Los menos, haremos una reverencia en honor a Gram Parsons y aunque no consumamos heroína, sí brindaremos con un vaso de Jack Daniels en la distancia.
 
¡Salud!
 
Amadeus,

domingo, 19 de mayo de 2013

Sobre Roma.... O el Amor.




¡Ah, el delicado momento y el supremo instante en donde la pluma y los dedos toman consciencia de sí mismos! ¡Eso es lo que pasa a todos los que pretendemos escribir! Hoy voy a ir un poco más allá. Voy a osar llamarme escritor porque, en definitiva, es lo que vengo haciendo desde que tengo uso de razón. Escribiendo o bien,  en las formas de la poesía o en las formas de la prosa. Siempre adelante. Siempre buscando el instante supremo del delicado momento que supone escribir ése algo que rogamos perdure para siempre. ¡Ah… la magnífica obra de la literatura, o la literatura hecha obra!

Como a las teclas de un piano, el escritor debe buscar esa simpleza, aquella sutileza que sólo las palabras les pueden dar. Una vez me definí como un “histérico” de las palabras. Aunque la palabra Histerya sea netamente de origen femenino, aunque con ello no quiero generar ninguna alusión a nada en particular. Pero qué libertad, qué dulce el gozo el de poder escribir. El compañero más fiel. Es la síntesis del momento articulado en la moraleja que supone entender y vivir del presente.

Siempre ahí, esperando, esperando. Deseando, construyendo, armando, desarticulando. Generando nuevas formas, nuevos pensamientos. Contaminando el mundo, el ozono, con cuanta idea se nos cruza. Y el paciente pathos de quien espera constantemente por el articulado verso. Por el agradable momento. Por el supremo instante en donde el Amor se torna auto–revelante se nos hace ¡por fin! presentes.

Yo no sé si tengo algún lector por allí, cuando yo despilfarro letras como lo vengo haciendo hasta ahora…  siempre la misma pregunta, ¿habrá alguien leyendo ésta pieza? Puede que sí. Puede que no. Es la pregunta anti-sonante que se tiene que preguntar cualquier escritor. Porque en definitiva, escribimos para alguien. Una vez acusé a alguien de interpretarme y ¡qué ridícula mi afirmación! Pero claro, son las palabras. Estate sujeto a la interpretación. Hoy creo que las palabras son mejor escritas que dichas. No me gusta tanto la oralidad. ¡Pero qué placer el presente! ¿Verdad?

La oralidad y su inmensurable espontaneidad. El ridículo afán de decir nuestros pensamientos transmutados a la Lengua. Dicen que la Bliblia se escribió a través de la Inspiración  Divina que como   Lengua de Fuego, dictaba en divina inspiración, a los respectivos apóstoles y “escritores” que compusieron el gran Biblyos. Y también estaban los exégetas, encargados de compilar y leer. ¡Miren todo lo que hace a la lectura! Y yo preguntándome si hay alguien leyendo esto. ¡Pero claro! Yo mismo leo mis palabras aquí, golpeando el teclado, escuchando a Chopin que –según tengo entendido- golpeaba él también las teclas, aunque él escribía con diferentes palabras. La Lengua, ese motor universal, transmisor de conocimiento. ¡Soy un obsesivo de las letras, de las palabras! Por eso me asustan las interpretaciones. Porque aprendí a dudar de todo aquel que interpreta. Hay que hilar desde lo más finos: “Domina las fuentes y entenderás a Plotino” me dijo una vez, un Maestro que tuve.  Dominar las fuentes. No interpretarlas. Dominarlas. ¡Y qué difícil se nos hace no hacer uno y si lo otro en simultaneo!

Pero vuelve el placer de las letras, vuelve el placer del presente. Vuelve la búsqueda inconstante de la libertad. En todo tipo de lenguaje. Sobre todo, en el lenguaje del Amor. La más universal y perfecta de todas las Lenguas. Hay quienes todavía no me creen que existe. Otros sostienen que no lo es todo. ¿Cómo decir que no es todo? ¿Cuál fue la enseñanza que nos dio Jesucristo por encima de cualquier otra cosa –y aquí no entran trivialidades del estilo soy o no creyente porque mismo podría haber dicho el Buda- acaso no fue: “Ámense los unos a los otros”?  Ya sabíamos la Ley. Ya existía la Ley, no hacía falta recordar eso para el Hijo de la Tierra. Hacía falta recordar el Amor que, claramente, no se tenía tan en cuenta.

¿Y quiénes de todos nosotros lo tienen en cuenta? A mí me gusta jugar el juego del Amor. Me resigno a creer que - son/somos/serán - todos iguales. No, ni de un sexo ni del otro. Claro. Hablamos del Caos. De lo que cotidianamente se llama Presente.

El Presente, esa inasible sensación del Tiempo que transcurre en simultáneo con el devenir de los Hechos. Y las Moras que nos cortan los hilos del destino. Quien teje, quien hila y quien corta. ¿Dónde están esas tres brujas que nos limitan la vida y marcan nuestro fin?

Yo vivo de ensoñaciones. Me acusó una vez mi padre de ello, dejando Buenos Aires, hablando por teléfono desde un aeropuerto, en Ezeiza, Argentina.  Sentí que un millón de emociones pasaban por adentro de mi corazón. Una millonada de sensaciones que traían intrínsecamente el peligro del Caos inmediato.  En uno de los bares que hay, cercano a las mangas de embarque, escribí una canción llamado: La Música de la Libertad.

Me es imposible dejar de creer que existe la Libertad como virtud mayor en la vida y que, dicha Virtud, sólo se consigue a través del Amor más puro. El Amor al Arte, (¿coincidencia esto de que ambas empiecen con ‘a’?), el amor a los Amigos “Pues nada vale más que dar la vida por los amigos” Ev. Según San Juan.  El Amor a la Familia. El Amor a la pareja.  El Amor es el vehículo universal de todas las cosas y tendemos a confundirnos en algunos aspectos. A veces creemos que es menester tener otras cosas previas al Amor.  Pero no nos confundamos. Sólo el Amor nos puede realmente completar, movilizar, darnos esa preciosa  Libertad.

Me niego a Creer que el Amor perfecto no existe. Me niego a Creer que no existen Historias Universales enlazadas en el Verdadero Amor. Me niego a  pensar que hay almo más importante que el Amor. Me niego.
Es por ello que voy a luchar y seguiré luchando en pos del Amor. Por una Roma Perfecta…. como dijo mi profesora de Latín “¿Acaso creen que es casualidad que Roma y Amor sean una misma palabra?

sábado, 11 de mayo de 2013

Te escribo, ¿me escribis?




Escribo, ¿te escribo? Desde la rabia. De aquel que ya sabe cuál es y será el desenlace funesto de no terminar las cosas bien. ¿Por qué las cosas se terminan? ¿Qué sentimos? ¿Cómo es que pensamos? Te escribo, ¿escribo? Porque “hacerme el malo” pasó de moda y, al final del día, sólo quedan una guitarra apoyada en la cama y el recuerdo del por qué ahora te odio tanto. ¿Te odio?

Escribo, ¿te escribo? Porque lo único que siento es que nunca fui bueno para vos. Nunca. Y así lo siento, la funesta competencia de tener que ser alguien ¿Y dónde queda el feliz desagrado de no ser nadie? En las reminiscencias de lo que fuimos. Escribo, ¿te escribo? Porque no sé qué hacer y las horas se hacen larguísimas.

Todo los medios de comunicación quedaron obsoletos y resuena de lejos aquel: “Amadeus, Amadeus, ¿Y ahora cómo te contacto?” Escribo, ¿te escribo? Porque una vez más, la solución es resolución y ninguno de los finales me gusta. ¿Es que estamos nerviosos por lo que estamos pasando? Es que, en realidad, teníamos que terminar...

Escribo, ¿te escribo? Y me acuerdo de todas las veces que en mi vida se terminaron las cosas y no lo puedo tolerar. El alma me quema, los dedos están cansados y es tanta la infelicidad que ni con cerveza la puedo tapar. Escribo, ¿te escribo? Porque es tanta mi frustración que saltar ahora mismo por la ventana me daría exactamente igual.

Escribo, ¿te escribo? Porque ni si quiera hoy, un día después de nuestra última foto juntos, puedo encontrarnos en algún lugar, en algún sitio. Y yo que no me quiero borrar nunca lo linda que estabas la última vez que te vi. Y, sin embargo, sé bien que pronto voy a tener que hacerlo porque no hay forma de que nos volvamos a reconocer.

¿Por qué? Por el orgullo, por la ignorancia. ¿Por qué? Por ser como somos. ¿Por qué? Porque todavía se oye el eco de que nunca deberíamos haber estado juntos porque el final era enteramente predecible.


Escribo, ¿te escribo?... Mejor escribime.


Amadeus, 

lunes, 29 de abril de 2013

La canción de Amadeus,






Amadeus, Amadeus ¡cuántas ganas de soñar que tenés hoy! ¡Amadeus, Amadeus ¿Qué os pasa que te noto tan contrariado?! Amadeus, Amadeus… tú y aquellas ínfulas del Arte cruel… Amadeus, Amadeus…

Qué patética aquella voz que viene de adentro, con el espanto de creerme ya completamente perdido. ¿En qué estoy adivinando yo, ese futuro desgarrador, cruel y sin fundamentos? ¡Qué nueva terapia nos encontrará en suerte, a la hora de hacerme el místico y escribir sólo en la primera persona!

Basta ya de todas esas cosas del plural. Me vuelvo rudimentario cuando se trata de escribir y re-escribo sobre la base de lo ya dicho: maldigo la primera persona del plural que me ataca constantemente a la hora de escribir. ¿Y por qué habría de utilizarla si a fin de cuentas he me sólo aquí, escribiendo cualquier cosa, sólo por la necesidad de escribir?

No, ya no tengo mentores, lectores, amigos que me acompañen. No hoy. Me despedí hasta de los más íntegros para quedarme en la más absurda de las situaciones. Busco y repaso en mi memoria cada una de las acciones que me obligaron a éste patético episodio en el que me encuentro hoy. Éste estado de incompleta desesperación, de lo impredecible que me ata y desata: que me arma y desarma.

Lacónica la expresión de soledad y todo su entendimiento. Complejo el mecanismos y las fuerzas de la voluntad. ¿A dónde quiero llegar con todo esta nueva búsqueda? ¿Adónde iré a parar si es que tengo por menester parar? ¿De quién más tendré que separarme para seguir con esta desventaja que aproxima a la insensatez?

Me gusta creer que en el mundo hay héroes aún que luchan por Amor. Me refiero a la causa primera, motor de todas las cosas. Acción indiscutiblemente buena. Del estilo que se aproxima a lo que entendía la vieja filosofía griega, forjadora de miradas exóticas y cabezas distinguidas: esa idea romántica de que lo verdaderamente bueno es Bello en sí mismo. ¿Y cómo no habría de ser así? Sí es que está hecho con el elemento primero, sustancia engendradora de vida, acción que remite a todas las acciones. Momento de todos los momentos. Significado de todos los significados. Hablo de la sustancia misma del Bien mayor: el Amor. El verdadero Amor. Esos héroes, que sé, luchan día a día para este mundo mejor, este mundo que buscamos todos y entre todos (aunque algunos se pierdan de a ratos), sé que me están juzgando. “Tú, inútil –les oigo decir- ¿qué haces para que todo esto cambie?”. “Vos… el bueno para nada dejad las mortajas de tu imbecilidad y salí a defender lo que Justo: lo que es en sí mismo bueno. El Amor, el verdadero”.

Sonará ridículo, hasta inverosímil. Y yo que tan solo me quedé, sólo por la ridícula acción egoísta y ególatra de elegirme a mí, como primera persona. A mí. ¿Qué hice yo para merecerme tanto aprecio? No, no es suficiente con recaer en el error constante, además de ello, tengo que hacer heroicas sandeces,  para reafirmar el Absurdo.

¿Quién soy yo? ¿Por qué siento y sufro de esta manera? ¿De qué me escondo? ¿Por qué me paso tantos días encerrados? ¿Por qué La Música de la Libertad no me libera? ¿De qué tengo miedo? ¿Y por qué tengo tanto miedo?

¿Será que este es el grito desesperado… la inconclusa respuesta del insignificante modelo de anti-vida que hará no más de un año emprendí en esta desolada parte del cuarto, en éste rinconcito desde donde ahora escribo?

Ya me perdí completamente. Y esta no es la apología humanitaria, ni la solución de lo incomprensible. Aquí se está sujeto a interpretaciones, a lo absurdo, a lo significante y su significado. Aquí los autores se juzgan, los sujetos ejecutan y las novelas se cuentan. Aquí, en mi corazón, negro, corrompido, triste y hostil… aquí ésta alma enferma grita desesperada. Pero trato de que sea al menos, por adentro, cosa de que el grito quede atado al orgullo interno. Ese ridículo orgullo que una vez le insistí a alguien  que ya no lo tenía.

Hoy quiero respuestas concretas sin siquiera, hacer las preguntas adecuadas. Hoy estoy desesperado. Asustado y confundido.


Hoy, Amadeus, estás triste.

domingo, 14 de abril de 2013

HOY GRITÉ BASTA.




Suena Ein Deutsches Requiem y me recuerda, inmediatamente, a esas noches en mi casa en donde con el violoncello, me entregaba a la más sublime de todas las artes: el arte de ser puro y libre. El Arte de la Música.  ¡Ah!.. los recuerdos de libertad. ¡Requiem! ¡Brhams! Éste psicótico e intrépido compositor, autor de los más hermosos tercetos de cuerdas.

Hoy pues, con el inconfundible Requiem, con la auténtica melodía del ser y la perfección es que grito a viva voz: BASTA. Se me acabaron las ganas de todo esto. Se me acabó la penosa tarea de ser un agente inmediato de la necesidad económica, vil y pueril, anti-revolución. Se me fueron las ganas de perder la libertad de mis pasos, la salud de mi cuerpo, las horas de sueño.  Me harté de mis ratos de ocio, de la imposible capacidad de movimiento. Del aislamiento innecesario. De la inhumana entrega a un oficio que por demás, poco deja al títere y mucho al titiritero.

Me cansé del desolado pronóstico de La Europa, La América y El Occidente. Me cansé de la idiota idea de que sin bancos y sin celulares, no se puede vivir. Me harté del errado concepto de libertad que a diario practicamos.

Heme aquí, con una suerte de apología que dejará mucho que desear porque son más de dos jornadas seguidas que paso sin poder dormir más que unas pocas horas. ¿Y todo por qué? Para que al final del día, mi música no salga como se debe, mis palabras no se digan como corresponde y mi cerebro no funcione como debería.

En mis años terrestres, leer, hacer deporte, conocer gente, respirar aire puro, eran menester y necesidad. Hoy, a duras penas puedo yo, salir sin sentirme agobiado. Con dificultad leo las páginas de un Crimen y Un Castigo que pareciera estar escrito para mí. Con tremendo tedio practico deporte y casi nunca, nunca, estoy con la gente que más quisiera.

El vínculo humano se convirtió aquí, en inhumano. Y lo que antes nos hacía hombres, hoy nos hace necios. Ya no maldigo como injustamente hice antes,los motivos religiosos, los agentes psico-activos propios del entorno o cualquier otra  bonita y filosófica explicación. Ayer entendí que esto se debe puramente porque a la gente le gusta vivir así. ¡Así es! ¡Es el estilo ilimitado de la estupidez organizada! Del género más vano. De la repugnancia más pueril. Del sin sentido más perfecto.

Hoy dejo todo. Hoy se acabó. Hoy me levanté gritando: BASTA. 

sábado, 23 de marzo de 2013

Sobre la Libertad del Individuo




… Porque no vale la pena seguir poniendo palabras ya gastadas que quedaron tiradas al costado de un árbol, un día de invierno, en una ciudad europea cualquiera. Escuchamos a Chopin porque sus Nocturnas nos hacen sentir vivos. Me da la sensación de que la gente ya no quiere vivir ninguna de esas cosas. Eso de sentir que se vive, que se respira, que uno está quieto sólo porque el mundo se mueve.

Me siento a mirar las montañas de alguna blanca cadena montañosa, en alguna placita perdida por alguna ciudad en vaya uno a saber qué continente, a qué hora y dónde.  Reflexiono sobre lo que siente la gente cuando respira aquel aire tan puro, tan fresco, tan vivificante que sólo me hace sentir parte de este hermoso planeta, parte de un hermoso sistema de Seres.

Huelo el olor a barro, tierra mojada por el rocío matutino que siempre despierta al hombre que trabaja y que nutre de vida al pasto. Suena Chopin y yo huelo el olor a barro, tierra mojada, que se mantiene así hasta bien entrado el día… Me da la sensación de que el barro y el hombre tienen un vínculo mucho más profundo de lo que normalmente se cree. ¿Quizás por eso dicen que del polvo venimos y hacia el polvo vamos?
¡Qué día tan claro! ¡Qué luz tan pura! ¿Se me permite soñar aún hoy, después de tantos pesares? ¿Se permite el destino darme un brinco que me lleve al respiro mientras las teclas hacen tac tac tac tac…? 

¿Qué tengo por delante que me hace tan ciego? ¿Qué tengo de pasado que me condena tanto? Piano, piano y más piano. Dicen que Chopin no daba conciertos en teatros grandes porque sabía que mucha de la gente que iba a allí, sólo iba por cuestiones sociales y no para escuchar la música. Debido a ello, su forma de atacar a esa pseudo sociedad estilizada por la idiotez, era haciendo presentaciones privadas para un grupito selecto de admiradores de la Música.

¿Qué es la libertad del individuo? ¿Cuál nuestro propósito? ¿A dónde queremos llegar cuando atacamos e invadimos con absurdas propuestas, con imbéciles ideas, con palabras tan vulgares y necias? ¿A dónde queremos ir a parar como grupo humano? Dicen que somos todos partes de una misma cosa, de una misma energía que fluye cual río, en su rumbo al mar… ¿Y quién de nosotros no se siente completamente diferente del resto? ¡Es más, diría que hay hasta una necesidad de querer diferenciarse…!

Estoy sentado en un banquito, en una plaza, en algún centro de alguna ciudad de vaya uno a saber qué continente, en algún planeta habitado por alguna especie de bípedo que gobierna y regula todo lo que le rodea.  Reposo, una de mis manos sobre mi mejilla y con la otra, me refriego los ojos porque el brillo que da la luz al chocar contra la nieve es muy fuerte y yo decidí sacarme los anteojos de sol para ver con más nitidez todos los colores del universo. No me quiero mover y pienso sobre la libertad del individuo. Conceptos como la libertad que siempre suenan y resuenan en alguno de mis textos, en alguna que otra canción, en una ventana en el desierto.

Estoy sentado solo. El estar solo fue una de las metas que me propuse allá en el viejo 2011. Tenía que experimentar, de una buena vez, el abandono total que sólo se puede sentir cuando neciamente se renuncia a todo lo conocido para vivir alguna cosa por razón- nueva- y por objeto, idiota.

Estoy sentado con un poco de frío, el común, el que se siente cuando afuera es invierno aunque el sol siempre amigable, nos  tranquiliza y nos da un poco de alivio, el suficiente para no desesperar. Estoy sentado y pienso sobre la libertad del individuo.

¿Qué nos hace ser libres, qué nos hace ser individuos? ¿Qué nos hace ser? Wittgenstein diría algo sobre la responsabilidad, Nietzsche algo sobre el patético deber, Platón nos contaría de la Virtud y el triunfo del Bien sobre el Mal…. Y yo me miro al espejo sólo para entender que en realidad, lo único que me interesa en esta síntesis de acciones condicionantes que llamamos vida, es el concepto de la libertad. Y vuelvo a meterme en el mismo asunto sobre la libertad del individuo y sobre qué es todo eso.


Pienso en el Arte y en cómo libera al hombre en todas sus formas. Hablo del Arte puro, el que realmente se lo puede considerar arte, el que no es contestatario para nada, porque es producto de la inspiración más próxima, de la luz más interna que tenemos, del reflejo de nuestras propias almas.  Pienso en el Arte y su Relación con la Libertad del Individuo.

Arte es quizás algo inabarcable, inasible, inalcanzable pero bien sé yo que es lo único que nos hace libre. ¡Y es por ello que en triunfo del Arte, el que es realmente bello por la Virtud de ser Arte, el que es realmente bueno por ser Bello, el que es realmente Arte por ser de un universo que nos es inalcanzable en estado normal, porque es sólo producto de la inspiración; es que llamo a todos a luchar en pos de él y en su Eterna Libertad!

lunes, 25 de febrero de 2013

Pensamientos ajenos de un burgués a un amigo,




No es novedad que, para  sentarme a escribir, suene un disco de Astor Piazzolla. Tampoco es novedad que la simple mención de Buenos Aires en una noche en curda, pueda hacer de éste tanguero, un llorón. ¡Pero dicho sea de paso, qué necesidad necia la de querer escribir en mi idioma!

Un día escuché a alguien decir: “pues… cuando soñas en otra lengua, es porque ya podés ser considerado bilingüe”. A veces, sin necesidad de desmerecer el logro y lo magnífico de haber podido aprehender un idioma nuevo,  duele saber que todo ese lunfardo se me está perdiendo. No sólo eso: las esquinas con mate, los vinos por las calles nocturnas de una ciudad opacada por la inseguridad, de un olor a humedad que le valió a Buenos Aires un montonazo de epítetos... los amigos.

¡Qué manera de ser diferente! De querer pensar, de re-escribir miles de notas en mi cabeza, sólo porque estoy en búsqueda de la perfección. Qué guión a lo Cortázar del ridículo de ser un colectivo financiero, que sólo juega la suerte de ser “empleado del mes” para poder perseguir un sueño. ¿Qué sueño? El de vivir, me respondo rápidamente. Qué patético el devenir y lo inconsciente de la gente.

Qué lindo los e-mails y las diferentes misivas que a veces recibo de mis amigos, único y verdadero vínculo afectuoso que existe en esta vida.

Estoy un poco triste. Viajar significa un montón de cosas. Y más, mucho más aún: perderse un montón de otras. Estoy viajando recorriendo un sinfín de continentes que se inventan y re-inventan para generar paisajes y crédulas canciones de rock. Y yo, lo único que espero es que todo éste martirio que sin dudas se me ha escurrido de mis manos, se termine de una buena vez para poder volver a la rutina.

Mi cuerpo está cansado, ajeado de tanto volar. Corrompido de todas las cosas que vi. Sin un minuto para pensar, sin canciones para cantar, sin ideas para escribir. Y ese necio fuego que nace de mi alma que grita: “libertad, libertad, libertad”. Es todo lo que quiero. “Ser libre es un estado del alma y no algo que se pueda otorgar”. Me re-escribo, viejas citas del pasado, escritas quizás en un paraíso etílico o en la ridícula idea del “filósofo” moderno que en sus descuidadas pesquisas por la verdad encuentra realidades sub-alternadas con la propia en un brillante collage de palabras.

¡Maldigo el día que decidí ser alguien! ¡Bendigo la hora de no ser nada! “… en tu afán de vivir”… “tus ganas de ser libre”… “vivir tu vida como siempre se te dio por hacer”. Un montón de citas más. Todas lindas. Todas propias y ajenas. Todas de alguien y también nuestras.

Veo las horas escurrirse en aquella secuencia, numérica y circular. Escucho los opúsculos de un día laboral allí, en el mundo real. Recuerdo los pilares de los 10 principios éticos del yoga y participo en una marcha de un Angelus ficticio, vulgar y precoz de una persona a la que se le atribuyeron poderes supra naturales.  Camino un poco más y me pregunto a dónde carajo va a llegar todo esto. El marfil, el mármol, el tapiz pintado de una vieja ruina romana.  La madera de un mueble que juega a ser atrio. Las leyendas milagrosas de una fe que nunca se perderá. La realidad suprema de saber que no sabemos nada…

Y afuera, los ecos de un día que se termina, de una noche que se hizo de pronto y de un montón de burocracia y de deseos de libertad que me alejan una vez más, de aquel plato de pasta que me espera en la cocina.

Amadeus, 

sábado, 19 de enero de 2013

Retratos de la inspiración




 Hoy me senté a escribir inspirado un poco, en los buenos comentarios. No estoy borracho. No estuve tocando guitarra. No pude tocar mandolina. Y, sin embargo, sentí esa ansiedad que siente uno cuando sabe que está faltando a algún deber de esos que nos encargan desde arriba… ¿El mío? Puede que sea escribir. Sentí las ganas.

Aún así, con toda esa gana exfoliándose por mis poros… con todo el contenido romántico de las palabras y mi té, al costado de mi teclado me siento tan desnudo. Tan falto de palabras. ¿Qué es lo que me está pasando? Hace días que no me nace componer. Hace horas que no me viene el escribir. Pero sé, lo siento, todo está ahí. ¡Qué diferencia con respecto a diciembre, ¿verdad?!

Me da la sensación que sé la razón pero puede que no me anime a decirla. La tranquilidad de quien sabe que está haciendo las cosas bien. De quien sabe que no está sufriendo, que está cómodo. No les voy a mentir. La comodidad me aterra, ¡a qué punto me aterra!

No me gusta saber que las cosas van bien. Tengo ese maldito sentido trágico que hace que esté siempre a las expectativas de algo malo… y, sin embargo, me gusta tanto este momento. Me siento tan tranquilo, tan completo… ¡Ah… pero el llamado del arte….! Ahí lo escucho. ¡Él y la sinfonía del sentimiento!

No, basta de barreras idiomáticas. Basta de la somática idea del sufrimiento y ése maldito revés de conejo que tiene mi signo, que tiene mi año. Es hora de explorar en los caminos del presente, ¿acaso no era esto lo que queríamos, mi querido Amadeus?

En el estado más puro de las letras más simples. Lo simplón de ser escritor y poder dedicarse a darle a las palabras, un espacio más cómodo. ¿Teatro minúsculo? Un profesor, amigo mío, al que le mando algunas cosillas que escribo para que él –en su deleite- las publique en su hermosa revista a decidió dar por sentado el nombre de un nuevo género literario. Que tiene por protagonista, nada más ni nada menos que al mismísimo Amadeus.

Yo no lo conozco mucho a él. Sé que se las da, con el aire de soberbio típico de los que saben que tienen facilidad para alguna cosa y encanto para ser fieles a los ideales. Y esos ideales, tan pasados de moda… tan del rock, del movimiento de los 70’ y de un montón de estandartes perdidos por ser sólo, el conglomerado de un pasado retrógrada y perdido.

Mi querido Amadeus, ¿cuántas batallas luchamos de par en par? Y hoy, no obstante todo, veo que te alejás, que te perdés. ¿Será que me estoy volviendo viejo o solamente te estáis tomando unas vacaciones? Espero que sea la segunda opción para poder dar rienda suelta, en tu vuelta, a nuestra inspiración.

Las palabras no se van a escapar más. El alcohol, va a disminuir. Busco nuevos ingredientes alegres y puros, para la más inexacta inspiración. ¿Me ayudas a encontrarlos, mi querido Amadeus? Di que sí.

Amadeus,