Quizás sólo sea pensar
correctamente. Quizás, sólo sea ver aquello que tenemos tan escondidos adentro,
en nuestras almas. No voy a hacer una
apología del progreso espiritual. Ni tampoco tengo intenciones de hacer un análisis
teórico sobre cómo debería ser vivida la vida. Simplemente, si me lo permiten,
voy a contar una experiencia personal, recién ocurrida.
Desde hace unos
dos años, aproximadamente, se me dio por empezar a meditar. Mejor dicho, se me dio
gracias a un amigo personal que al verme muy mal, producto del stress y los avatares
de la vida cotidiana, me aconsejó esta excelente técnica para refrescar un poco
mi terrible estado de ánimo.
Desde que me
inicié en el arte de la meditación, pude notar significativos cambios. Los más
importantes, estuvieron relacionados al tema del dormir y la lucha contra un
insomnio atroz que desde que tengo memoria, me viene afectando. Sin embargo,
cuando practicaba meditación a diario, el problema del insomnio quedaba
resuelto y, he de admitir, me sentía muchísimo mejor.
Hoy por hoy, para
ahorrar espacio y el tiempo de ustedes - mis lectores (¿mis lectores?)-, la
meditación se volvió un privilegio que a veces me doy. La verdad que, como
toda disciplina, requiere de esfuerzo y un marco en dónde poder practicarse.
Éste debería estar libre de malas energías
y, preferentemente, debería contarse con una cierta continuidad o
periodicidad que acompañe a la disciplina. Si a todo esto se le puede sumar un
deporte de bajo impacto o yoga, muchísimo mejor.
Yo ya no habito
en dicho entorno. Con mi trabajo y en mi lugar de residencia, el poder meditar
se me complica. Es una de las cosas por
las cuales, quizás, más ganas tengo de dejar Dubái y volver a tierra firme.
Para volver, de una buena vez y con todo, a la meditación y al yoga.
Sin embargo, y he
aquí la anécdota: hoy se medio por probar una meditación, cortita, casi insignificante.
Se me ocurrió después de haber sido aconsejado por otro gran amigo sobre la
afinación de la música en 432 MHZ. Al parecer, la música se afinaba, algún
tiempo atrás, en ésta modalidad pero con el régimen Nazi esto cambió y pasó a
ser en 440 MHZ.
Al parecer, la
frecuencia del mundo es de 432 MHZ. Es una frecuencia que puede encontrarse en todos los en
todos los organismos vivos del planeta y nosotros, por disidentes, por
inconformes, ¿por violentos tal vez? hemos decidido cambiarla y abusar de dicha
frecuencia aumentándola en 8 MHZ.
Solamente me voy
a remitir al ejercicio que yo hice hoy y, si cuento con la suerte de tener
algún lector leyendo éste artículo, entonces les aconsejo que lo hagan ustedes
mismos.
Meditar,
respirar, relajar: El mundo se está convirtiendo en un tremendo caos y a veces
no se nos da por sentarnos un rato, cerrar los ojos y sólo respirar. Estamos
muy apurados, todo el tiempo, en todo momento. El ritmo vertiginoso de vivir en
la ciudad.
A mí me nace
hacer todo lo contrario de lo que se hace normalmente. Quiero vivir más en paz,
más conmigo mismo, menos en donde todos. Quiero vivir más sano, quiero hacer
más bien que mal y quiero estar relajado.
Como reflexión
final, si me sirve de algo a mí o quien sea… Quizás con la música en 432 MHZ
encuentre una forma más mía de poder hacerlo.
Amadeus,