domingo, 5 de enero de 2014

2014, y la Fantasía.


Me toca escribir aquí, en el trabajo. No puedo precisar la cantidad de veces que empecé a escribir éste "Nuevo Post" y terminé por borrarlo completamente. Quizá porque las letras no se dan al ejercicio de la inspiración o porque la inspiración no se da al ejercicio de la literatura. Lo cierto es que no se puede escribir prescindiendo del uso de  las letras y por más obvia que resulte la aclaración, creo que me di a la tonta tarea de querer hacerlo.

Pero pasó un año viejo y llegó uno nuevo. Con un montón de cosas para comentar al respecto, entre el kaos mismo que supone la realidad. Hoy, por ejemplo, estoy escribiendo desde muy temprano a la mañana –cosa completamente inusual. Ésa es un poco mi rutina ahora: levantarme bien temprano y salir ni bien despunta el alba a tomarme el colectivo. Leer algo en el viaje. Descansar. Pensar.

La manera en la que se forman mis ideas, no dejan de tener ese mismo tinte delirante que tuvieron siempre.  Con la salvedad, si se quiere, de que hoy trato de pensar mejor. Llegué a la necia obligación de no querer necesitar nada. Estoy resentido y me niego a aceptar  cualquier elemento dentro de la categoría de lo que se consideran "útil" y lo mismo me pasa con seguir cualquier obligación, tomar responsabilidades o aceptar algún compromiso. Sin embargo, ¡vean ustedes qué curioso! estoy bastante más disciplinado y haciendo uso responsable de mi tiempo.

La ecuación, creo, es bien simple: no tomo nada prestado y trato de no apresurar -en nada- mi tiempo. Sé a qué hora me tengo que levantar para llegar a mi trabajo. Sé cuántas horas voy a trabajar por día y con qué intensidad. Por la tarde, llego a mi casa. Riego mis plantas y toco mi guitarra. En los ratos que viajo, leo a más no poder. Y cuando siento que se me hace difícil leer porque el cansancio se va acumulando, entonces, ahí sí: cierro los ojos y simplemente pienso.

Pensar es una de mis actividades favoritas. Y admito que cada año se vuelve más entretenido. Hoy llegué a la absurda conclusión de que la imaginación sólo se ve motivada  por aquella imagen que se produce por el significante , valor intrínseco que se le da a las  palabras. (Se ve que con los años, uno se  simplifica y se detiene en las cosas más pequeñas). Me alegró de sobremanera saber que esa obsesión por las palabras -que siempre acusé tener-  viene de lo más elemental: el amor por la Fantasía.

Por ello, pienso yo,  tomarle la mano a alguien para sólo pasar el rato es igual de entretenido y tiene el mismo valor que tocar la guitarra o que escalar un árbol. Porque sólo el riel que sigue el tren de la fantasía es el que, en definitiva, le dará algún valor a alguna experiencia que alguna vez hayamos decidido tener en algún momento de nuestras fantasiosas y ridículas vidas; llena de significantes y significados.  

Yo opté siempre por vivir haciendo lo que se me canta, cuando se me canta y como se me cantó. Admito que metí a muchísimas personas en mis delirios y varias veces metí la pata y terminé haciéndoles mal. También, estimo, habrá quienes se divirtieron con mis locuras y estarán aquellos que, en una de esas, hasta las disfrutaron conmigo.  Mi promesa para este año: ser enteramente responsables de mis actos y enfrentar la realidad sólo conmigo.

Empezó un nuevo año y yo estuve sin escribir por más de un mes. Borrando y re-escribiendo un sinfín de fantasías que siempre me llevan a lo mismo: seguir adelante.

¡Éste Año arrancó con todo! Yo estoy más tranquilo porque me preocupo menos. Controlo menos las cosas y me esfuerzo lo mínimo. Trato de aplicar la dedicación justa a cada una de mis las obligaciones o vicisitudes que pone la vida. Mucho más me contenta el hecho de saber que la felicidad, está entregada a un pequeño espacio que no ocupa mayor importancia que el Vivir en sí mismo y con ello, apunto a seguir adelante con mis objetivos que son bien personales.

¡Feliz 2014 para todos! Yo sé que lo voy a disfrutar como nunca y espero que ustedes, amigos, lectores, compañeros, perdidos en la red, puedan disfrutarlo también. 


Amadeus,