sábado, 27 de julio de 2013

Consideraciones sobre el Rock, capítulo uno.



Me levanté temprano hoy. Día sábado, sol y perfecto. Hoy, pensé, voy a dedicarme a escuchar Rock  -todo-el-santo-día.  Suelo ser una persona recurrente. Tengo mis anotaciones permanentes sobre reflexiones varias, en mi cuadernito que llevo conmigo a todas esas partes que están ahí afuera. Me nace sincerarme con esto que algunos llaman espíritu de vez en cuando. 

Hoy quise sincerarme con el Rock. Me levanté, como bien dije, temprano en este hermoso día de sábado. Hice las libaciones correspondientes al dios de la inspiración y salí a que las calles me tomaran. Quería, un poco, perderme en la ciudad, entre la gente, entre el caos. ¿Acaso el rock no es eso, el talante de un caos que se desenvuelve de forma melódica y con extraordinaria simpleza? ¡Quería experimentar el rock en toda su bondad! Libre de definiciones. 

Sobre la marcha de mi caminata, vi árboles, montañas cubiertas de nieve,  edificios que están tan viejos que se caen a pedazos,  paredes pintadas de azul, gente andando en bicicleta o saltando en skeat que le dicen. Vi parejas tomadas de las manos. Vi familias enteras devorando el día con esa misma ínfula con la que tal vez sentí que debí hacerlo yo esta mismísima mañana. Por supuesto, la diferencia entre la familia y yo era -o es- nula pero, mientras ellos improvisaban, yo tenía un tracklist rockero preparado para que hiciera de todo este teatro, una coordinada escena.

Las canciones se fueron sucediendo como se da en la secuencia lógica en la que se devienen todas las cosas, una tras otra y ¡el rock! ¡El rock… seguía ahí! Automáticamente las palabras rockeras: ¡Toro y pampa!  Las condescendencias que brinda el rock. Ese espíritu individual de ser libre en el completo sentido de la libertad. Libre de obstrucciones. Libre de ataduras ficticias que jamás existieron. Libre de ser enteramente responsable de nuestras propias almas. Anoté en mi cuaderno, frente a esta ínfula de origen rockero que aparentemente, crecía en mí: “El rock es la responsabilidad de ser uno mismo”.

No sé qué tan atinada será toda esta cuestión, ¿Y en realidad, a quién le importa? Pero observé, hoy en la ciudad, como cada uno lucha por ese derecho a ser individuo. Ese derecho que tanto nos duele, nos pesa; que nos hace sentir toda esa tremenda responsabilidad como si hubiera un hueco difícil de llenar. ¿Dónde están los significados y todo el significante que representa ser individuo? Vi gente que siente tanta lástima de sí misma que no hace más que querer dar lástima a los demás. Tanta gente que quiere ser querida y sólo quiere dar. Tanta gente luchando, por individualidades que se contraen y que nunca discrepan entre sí, no en esencia al menos.  Porque somos una lucha de egos que nacen, se reproducen y mueren. 

¡PERO QUE NO ME MIENTAN!

 ¿Cuándo ven a ese otro ser con la remera típica de AC/DC y lo ves caminando hacia vos, no te nace sonreir? ¿Por qué? ¡O como cuando vemos a esos héroes tomando Jack Daniels, solos, en una barra! El amor por las rutas, el amor por viajar por tener algo que contar, por tener amigos. El rock, supera cualquier otra elemental circunstancia que quiera proporcionar algún veredicto final sobre cómo hay que vivir. Y despoja todos esos enigmas insulsos sobre lo que está bien y lo que está mal. Porque con el rock, la responsabilidad de ser rockero viene antes que cualquier otra cosa.

Por eso el Rock, no defrauda a las masas, "son las compañías discográficas" (en todo caso). Por eso el rock, no niega amigos, los suma. Por eso el Rock, se mueve en motos o en camiones, lo que sea más ligero pero lo que nos mueva al fin. Por eso el Rock, le canta a la muerte, porque a veces está siempre presente. Por eso el Rock, es fiel y se mantiene estático porque los principios inquebrantables en los que se constituyó no fue en la música (si bien ahí se nota perfectamente el estado de éxtasis al que se puede llegar), si no en ése ideal tan importante como efímero que involucra: ¡Rockear!

Así pues, rockeros del mundo, hoy les dejo una vez más  una consideración sobre el Rock. Porque siento que nos llenamos la boca hablando de cosas que no tienen sentido y quería ser yo también, uno más de el montón hablando sobre cosas tan infinitamente absurdas como todas las demás.

¡A vos amigo, fiel estima siempre presente!

Amadeus,


*Nota al margen, fuera del texto original: Porque en definitiva, siempre hablando del rock, ese derecho a ser nosotros mismos, nos lo merecemos por el simple hecho de  estar vivos.

miércoles, 10 de julio de 2013

Soy un Egoísta.



Soy un egoísta: y tengo que admitirlo de una buena vez. Esta carga de ser tan yo, me pesa un poco. Y hoy, frente a todos y todas, tengo que ser enteramente franco y abrirme. Al principio, yo creía que el egoísmo era algo que sólo se leía en los libros de Dostoievski o en las buenas historias de Cortazar. Sin embargo, yo soy el peor de todos. Lo dije antes y lo digo ahora: soy un monstruo.
A la tarde, después de unos días de ya estar en Chile, decidí que era conveniente salir un poco. Las cuerdas de mi guitarra están bastante gastadas y, dado que me robaron esos hermosos encordados que compré en Estados Unidos para que, una vez abandonado Dubái, pudiera cambiarlos al llegar a BAires; tuve que considerar la idea de que, tal vez, era necesario comprar cuerdas. Me tomé mi tiempo.

Pensé para mis adentros: “Amadeus, si haces esto ahora, es el fin. No vas a salir más del cuarto y lo sabés”. Pero no lo pude resistir y busqué en internet una casa de Música. Fui a tres y en ninguna de las tres tenían las cuerdas que yo quería. Casi desisto y voy a una cuarta hasta que comprendí que el instrumento, por suerte, se adapta a mí y no al revés. Tuve que comprar otras. Pero toda esta lucha de cuerdas me hizo reflexionar hondamente sobre mi situación actual. Tal vez, porque ésta salida que recién comenté, vino acompañada de una pregunta por parte de unas de mis amigas: “¿Saliste ya a conocer?”. Claro, respondí,un poco...Pero ahora, "la verdad" si es que quieren saberla: no. No recorrí nada. ¿Y quieren saber por qué, fieles lectores de las cartas de Amadeus? PORQUE NO ME INTERESA. ¡Y he lo ahí, mi egoísmo y yo!

Solía pensar, por qué no creer, que el Amor venía envasado en un cuerpo de mujer al que uno decidía querer y éste era ideal y perfecto. Ya estoy viejo para esos pormenores y ni siquiera me interesa tal idea del amor pictórico y romántico. Me interesa y me desespera sólo, saber si le puedo cambiar las cuerdas a mi guitarra. ¡Y otra cosa que me vuelve loco es saber que no traje mi mandolina aquí conmigo!
 
Soy un monstruo. Soy un altanero andante que va de ciudad en ciudad buscando una guitarra. Buscando un poco de música. Perdí todo interés en ser mejor, en conocer mejor en sentir mejor. Sólo quiero estudiar música y seguir, de a poquito, con esta evolución personal que una vez tomé como lucha y hoy defiendo como estilo de vida. Soy tan necio que ni si quiera voy a clases ¡y lo bien que me harían! No. Pero a mí, no me interesa.

Me gustaba pensar en los sueños y en las metas. ¡En las idas y vueltas! En los caminos que toma la vida y los coloquios universales que nos dan los espacios fieles de desarrollo y evolución. Me pregunto:¿de qué sirve todo esto? ¿De qué? Si ya no tengo nada de eso. No tengo sueños. Puede que tenga metas, pero definitivamente no son sueños. ¿Tengo ganas de vivir en otro lugar? Si. ¿Tengo ganas de viajar? Si. ¿Tengo ganas de hacer música? Si. Pero, precisamente, es lo que vengo haciendo desde los últimos años, ¿verdad? Entonces, Tom Waits no es tan repetitivo como uno piensa y está bien que él silbe y yo cante. Porque en definitiva él usa saco y fuma cigarrillo y a mí me gusta vestir con sombrero.

Yo veo las horas que se esconden en mi ventana y un montón de palabras de mujer me suenan en los oídos. Pero soy egoísta y no puedo esconder esa nauseabunda idea de que sólo quiero ser yo y morir con una guitarra o, por lo menos, algún instrumento que se le parezca. Mi héroe es Keith Richards, y creo que a estas alturas, superó mi pasión por Napoleón.

¿Entonces? ¿En dónde quedan los planes de vida y las ganas de seguir adelante? Otra vez, lamento defraudarlos amigos míos, queridos lectores, ¡apasionados del Rock! Pero la ruta no se terminará aquí y puede que en ningún otro lado. Sólo existe un lugar que me es preciado en el corazón y ese lugar es Buenos Aires. Pero lamentablemente, como lo dijo alguien que hoy no me acuerdo: a Buenos Aires sólo se la puede extrañar cuando se está lejos, porque si no, se la odia. Y a mí me gusta extrañarla.

¡Adiós Buenos Aires! Bienvenido a Latinoamérica.

Amadeus,