viernes, 8 de agosto de 2014

De nosotros y la Poesía






Not dark yet, but is gettin' there. 

De pronto nos convertimos en poesía si, vos y yo. Dos palabras con algo de rima que vienen sonando como las canciones con gusto a viejo que canta Bob Dylan. ¡Ah, que vengan los néofitos lectores a decirnos cuáles son las palabras correctas, la rima perfecta! ¿Te acordás de la poesía, ésa que escribíamos vos y yo?  ¡Poesía!
De las rimas, no nos quedan letras… La noche, la cerveza, los relojes con el tic tac, tic tac, tic tac… ¡qué fuerte que suenan! ¿Te acordás de Roma, de la noche interminable con las botellas de alcohol que se tiraban por los aires ? ¡Todo era botellas vacías!

¡Eid Mubarak! Y todas sus funestas ramificaciones, el desierto inagotable y la noche eterna. ¡Nosotros éramos poesía! Y ahora, espero palabras tuyas todo el tiempo. Un día me levanté y vi una cosa escrita cerca de donde yo suelo tipear las miles de incongruencias que a diario borro y re-escribo: “estoy preocupada”. ¿Qué es lo que te preocupa?  ¿Yo te preocupo?

No, no. Eso no es preocupar. Es el instinto primario que te hace sentir una suerte de culpa estúpida que no nos lleva nada. Bueno, algo nos trajo: palabras. Rimas. ¡Poesía!  Somos canciones viejas, fotos olvidadas, sonrisas falsas de poses interminables y algo de tomas perfectas.  Somos la basura nueva, del mundo estúpido y ridículo en el que vivimos. Somos la ira de los amantes, los acordes do, la menor, re y sol. Un repetir constantes de berretas canciones que hablan de calles oscuras, noches interminables y la lluvia. Siempre tiene que estar la lluvia. Las canciones sin fin y nosotros que éramos poesía…. Éramos, ya no lo somos más.

Yo soy la versión pseudo psicótica de la absurda liviandad del ser. Vos sos algo nuevo, algo viejo y algo prestado. Me imagino con tus vestidos amarillos y púrpuras, con zapatos de cientos de colores porque todo era zapatos para vos… y la poesía. La poesía quedó relegada a las viejas canciones o a las anécdotas de los sábados por la noche para compartir con el amor de tu vida y las amigas con siliconas. Porque hoy, todos tenemos algo de silicona en nuestra cabezas o entre nuestros amigos. ¿Tan plásticos somos? Sí, pareciera que sí.

El viejo discurso y la vocación en las palabras. Las palabras y los escuetos discursos de una ex novia que me acusa de haberle generado un fanatismo ridículo con las palabras que, al parecer, ninguno de sus compañeros logra comprender. Yo no soy un fanático, pero sí un simplista. Lo que significa es, lo que es, significa. Así entiendo yo las cosas. Porque no soy de lo más inteligente.

¿Entonces? ¿Por qué nos aturdimos tanto en la poesía? Tal vez fue ése día de lluvia en el desierto que me enamoré. Me acuerdo pensar que sí algo tan increíble como es el  agua, podía inundar el desierto, entonces yo podía perfectamente enamorarme y ser una persona mayor, madura y constante. Pero no tuvimos en cuenta la poesía, las de Béquer, las de Shakespeare. Las que hablan de las noches oscuras y sin luna, en donde el desierto es sólo el páramo desolado y los amores de verano, sólo un recuerdo fugaz y adolescente.  La poesía es la rima que no convoca, la significación del sin sentido en versión de metáfora y tal vez, en la actualidad, el recuerdo de una época pasada.

No creas que mis antiguas borracheras lograron olvidar el olor que tenía tu pelo o el color de tus ojos. No hay viento suficientemente fuerte como para llevarse tantos recuerdos. No. El espacio de mi cama será muy chiquito pero, la verdad, todavía cabemos los dos juntos y apretados.

Pero algo me dice que es hora de madurar, de crecer. De ser más parecido a los amigos que tienen siliconas y los que se afeitan las patillas. Quizá, sea hora de tomar el té a las cinco de la tarde y comer masitas dulces entre charlas cortas y entretenidas. Puede que mejor sea dejar a Plotino para otros asados, y dejar el Homenaje a Zeus, como una contemplación netamente personal, sin incluir a otros.  Mejor aún será cerrar esa puerta que lleva a  la gente a  decirse cosas o decir de más y no hablar con nadie de nada. Mejor escuchar los violines con las mandolinas sonar juntas y al unísono. Creerse Mozart por un rato, mientras un libro de Bórges con Bioy Casares, se comparte entre amigos imaginarios y charlas con diccionarios. Mejor, buscar el significado de la palabra “Amor” o “Verdad” o “Preocupar” en el diccionario de la Real Academia Española. Escuchar Blues hoy es un “must” como dirían mis foráneos contemporáneos. Esos, los que se jactan de ser tan educados y prolijos.  Pero vivir el Blues hoy que nadie entiende de nada, ¡no gracias!. El juego del teléfono descompuesto y pensar que uno tiene que preocuparse, no es mi juego… es tu juego. Y yo no lo voy a jugar.

Hoy estoy más cerca de la ira. Sí, con vos. Porque me ponés en el lugar del “que sufre” y yo no sufro, vivo. Mal, porque no soy un hombre inteligente en éstas cosas, menos en materias del querer… pero al menos vivo, siento y digo lo que se me antoja en el corazón porque lo creo verdadero. Porque siento que ahí está el verdadero significado de la poesía, no en las rimas consonánticas o de vocales abiertas.

Yo no soy poesía… y quizás, nosotros, nunca lo fuimos tampoco.



Amadeus,