¿Cómo se confiesa la verdad, cuando somos meros
protagonistas de un presente simple que se desenvuelve en tiempo? El tiempo, “Si
no me lo preguntan, entonces lo sé. Pero sí alguien me lo pregunta, entonces no
sé” escribió San Agustín en sus confesiones. Pienso, claro. Como siempre.
Estoy un poco desorientado. Estuve corriendo de lado a lado
por mucho tiempo. Y sin dudas que la adaptación va a llevar varios meses más.
Pero al fin puedo comenzar a sentir que el presente que vivo es el que, en
definitiva, estaba buscando.
Estoy disfrutando de mi segundo fin de semana. Conforme a
una rutina que hace tiempo añoraba. Cada uno de nosotros podrá elegir de qué lado de la vereda
pararse y ninguna estará mal. Algunos optarán por el lado de la seguridad,
otros por su contrario. Habrá quienes se moverán de forma más imprecisa y los que dirán que planear es más conveniente.
Los veremos pasar, a algunos: serios y decididos y otros, inconformes y
aturdidos.
Ahí creo encontrar la magia. Se me da por pensar que el
presente es lo más digno de lo que nos podríamos fiar; porque no hay quien sea capaz de definirlo tal como es. Ahora vendrán esas típicas preguntas: ¿quiénes
somos, qué buscamos, qué queremos?
Yo discuto todo ello solamente con mi alter ego y varias horas al día. Resulta
ser una forma constante –y hasta mañosa-
de cuestionarme. Así, no sé por qué, creo acercarme más a lo que verdaderamente estoy buscando. ¿Qué es? Francamente
no lo sé, pero me atrevo a decir que nada menos que mi vida.
Fui -y lo sigo siendo-
un acérrimo defensor de la libertad y del espíritu; aunque entiendo ser muy acelerado e impaciente cuando se trata de
tomar decisiones. Sea como fuere justificaremos
pues al estilo, según nuestra cosmopolita forma de entender el mundo, ¿o no?
Ridículo será leerlo
y discutible el motivo, pero yo tengo una idea aproximada de lo que quiero.
Y es encontrar aquello que sea mejor y para mí. En su forma más sencilla y de sentido de supervivencia que debe existir en cada uno de nosotros. Y pienso, rápidamente, en la música y esa
cosa de la libertad, la multiplicidad, la adaptabilidad… siempre nueva, siempre
bella, siempre única, siempre luchando.
Seguiré siendo un incesante caminante, ridículo, excéntrico
y torpe, soñador y bruto, inservible y confianzudo, hablador y exagerado.
Porque en la vida sé es un poco de todo y somos todos, un poco de alguno. Porque la
perfección es tan hermosa que más vale defenderla y buscarla que conformarse y
entregarse… o quizás sea todo lo contrario. Me gustaría algo que contuviese a las dos
posibilidades y allí en éso encontrar el sentido al presente.
… Me da la sensación que éste es otro torpe posteo de rock…