sábado, 19 de enero de 2013

Retratos de la inspiración




 Hoy me senté a escribir inspirado un poco, en los buenos comentarios. No estoy borracho. No estuve tocando guitarra. No pude tocar mandolina. Y, sin embargo, sentí esa ansiedad que siente uno cuando sabe que está faltando a algún deber de esos que nos encargan desde arriba… ¿El mío? Puede que sea escribir. Sentí las ganas.

Aún así, con toda esa gana exfoliándose por mis poros… con todo el contenido romántico de las palabras y mi té, al costado de mi teclado me siento tan desnudo. Tan falto de palabras. ¿Qué es lo que me está pasando? Hace días que no me nace componer. Hace horas que no me viene el escribir. Pero sé, lo siento, todo está ahí. ¡Qué diferencia con respecto a diciembre, ¿verdad?!

Me da la sensación que sé la razón pero puede que no me anime a decirla. La tranquilidad de quien sabe que está haciendo las cosas bien. De quien sabe que no está sufriendo, que está cómodo. No les voy a mentir. La comodidad me aterra, ¡a qué punto me aterra!

No me gusta saber que las cosas van bien. Tengo ese maldito sentido trágico que hace que esté siempre a las expectativas de algo malo… y, sin embargo, me gusta tanto este momento. Me siento tan tranquilo, tan completo… ¡Ah… pero el llamado del arte….! Ahí lo escucho. ¡Él y la sinfonía del sentimiento!

No, basta de barreras idiomáticas. Basta de la somática idea del sufrimiento y ése maldito revés de conejo que tiene mi signo, que tiene mi año. Es hora de explorar en los caminos del presente, ¿acaso no era esto lo que queríamos, mi querido Amadeus?

En el estado más puro de las letras más simples. Lo simplón de ser escritor y poder dedicarse a darle a las palabras, un espacio más cómodo. ¿Teatro minúsculo? Un profesor, amigo mío, al que le mando algunas cosillas que escribo para que él –en su deleite- las publique en su hermosa revista a decidió dar por sentado el nombre de un nuevo género literario. Que tiene por protagonista, nada más ni nada menos que al mismísimo Amadeus.

Yo no lo conozco mucho a él. Sé que se las da, con el aire de soberbio típico de los que saben que tienen facilidad para alguna cosa y encanto para ser fieles a los ideales. Y esos ideales, tan pasados de moda… tan del rock, del movimiento de los 70’ y de un montón de estandartes perdidos por ser sólo, el conglomerado de un pasado retrógrada y perdido.

Mi querido Amadeus, ¿cuántas batallas luchamos de par en par? Y hoy, no obstante todo, veo que te alejás, que te perdés. ¿Será que me estoy volviendo viejo o solamente te estáis tomando unas vacaciones? Espero que sea la segunda opción para poder dar rienda suelta, en tu vuelta, a nuestra inspiración.

Las palabras no se van a escapar más. El alcohol, va a disminuir. Busco nuevos ingredientes alegres y puros, para la más inexacta inspiración. ¿Me ayudas a encontrarlos, mi querido Amadeus? Di que sí.

Amadeus,