miércoles, 30 de mayo de 2012

Un cambio de opinión...


Two of Us!


Es difícil aventurarse en los caminos de la vida. El dejar todo, irse a otra ciudad en la otra parte del mundo para empezar quizás, lo que nunca deberías haber hecho en tu vida. Esa es tu sensación a la hora de cambiar de hogar. Dejas todo a lo que estabas acostumbrado y de repente, se te da que tenés que volver a luchar para conseguir esa porción ínfima de espacio que algunos llaman hogar, otros comodidad. La cuestión, básicamente, radica allí, en la comodidad. La verdadera, aquella que tranquiliza el alma cuando estás a cinco minutos de llegar. 

Yo tuve la suerte (o la desgracia) de haber abandonado "mi lugar" en diferentes ocasiones. Algunas por necesidad, otras por inestabilidad y, las menos, por rebelde. No obstante, en todas encontré rápidamente un soporte que hicieron de mi estadía muchísimo más cómoda. Amigos, lindo paisaje, una guitarra o tranquilidad. Siempre hubo algo a mi lado que me ayudó a conectarme conmigo y sobrevivir en esos exilios meramente planeados. 

Con Dubái fue diferente. Para empezar, la diferencia horaria con mi lugar natural es tan grande que, cuando los míos duermen, yo respiro y cuando yo duermo, ellos respiran y van a trabajar. Es difícil mantenerse alejado de los amigos y familia. Además, aquí convivo en el desierto. Y el desierto, por más vueltas que le dé, no me deja de ser poco familiar. Cuando intenté, sin embargo, enraizar por el lado de las amistades, el trabajo que hago no me lo permitió del todo. Verán, acá, trabajas cuando alguno descansa y descansas cuando todos trabajan. Por ende, el ritmo de la cotidianeidad se resume al momento mismo en el que estás y con quiénes estás. No pidas más porque, mañana, no sabés quién va a viajar y a dónde. 


Así pues, en suma, Dubái es una isla desierta en donde la gente te cruza y te saluda como si fuera la última vez que va a verte en su vida. Porque un poco tenés esa sensación con la gente. Sin embargo, tengo que admitir que no le fui fiel a Dubái. 

En este último viaje que hice, a Casablanca, las cosas cambiaron profundamente. Volver era para mí, una necesidad. Quería sentirme en mi cuarto, saber que estaba en mi lugar seguro, con mi guitarra al lado, dispuesta a desentonar conmigo. Quería sentir el confort que se siente cuando uno ve a sus pares y sabe que todo va a salir bien. 

Ahora bien, ¿qué es lo que hizo que este cambio de humor se diera tan rápidamente en mí? Atribuyo muchas causas. Pero hay una que es de vital importancia y que fue, creo yo, decisiva. Acepté mi destino. Acepté que esto era lo que tenía que hacer. Acepté que este trabajo, este lugar, esta vida, recorrer el mundo, era lo que yo había decidido para mi futuro. Acepté que tengo miedo a mi futuro. Y sobre todo, acepté al amor. Acepté que el amor de lo poco que hay que se puede amar, entrara en mí. Y así fue, de repente, todo cambió. Te conocí a vos. Te vi sonreír. Y todo empezó a salir bien. 

Volver se hizo algo más querido para mí. Llegar, una necesidad. Componer en guitarra, escribir. Blogs, poesías, e-mails, más guitarra. Todo fluye tranquilamente, entre mi consciencia y mis manos. El malhumor que antes me producía la ciudad no lo tengo más. ¿Y la razón? Bueno, aceptar, creo yo. Acepté todo lo que me viniera en frente, sin importar lo duro que fuera. ¡Y llegaste!

Creo que el Amor es eso. Abrirse, aceptarse, aceptar. Abrirse a lo que viene, puede siempre parecer un poco precipitado y, sin embargo, es la única forma en la que dejamos que nuestros cuerpos acepten el futuro. 

Hoy me entrego todo y disfruto de todo. Veo el día y me hace bien. Vuelo y me siento feliz. Te veo y siento que exploto de felicidad. Si venir a Dubái significa conocerte, entonces, me entrego, directamente, para conocer todo lo que haya que conocer. 

martes, 22 de mayo de 2012

Libertango

Libertango (aprete aquí)


Me puse Libertango para festejar. ¡Después de meses de búsqueda insaciable, pude por fin, solucionar el inconveniente del idioma! Por lo cual, en lo que sigue ahora, voy a poder publicar con más continuidad. ¡Les cuento que venía bastante amargado con el tema! Pero como dice uno de los Evangelios, "El que busca encuentra..." Y después de buscar por unos cuantos meses, encontré la opción. No saben lo liberado que me siento. 

Hoy me levanté muy temprano por la mañana. Llamamos a un grupo de limpieza para que viniese y acomodase todo el departamento. El que tenemos aquí en Dubái. Es tan grande que lleva tiempo limpiarlo y la verdad que no sé si es por el tema de los viajes, el calor o alguna otra cosa, pero tengo un cansancio como nunca tuve. Se me hace más difícil levantarme temprano. Y eso que voy al gimnasio casi todos los días. Pero aún así, todavía no puedo con esta nueva vida de horas que se pierden, horas que se ganan, días que se tiran y días que se guardan. 

Una vez más, perdido en la deriva del porvenir y el derecho fortuito del trabajo. Leo artículos sobre la actualidad en occidente y me da un poco de pena ver todos los países que andan perdidos. Los jóvenes que andamos haciendo nada de lo que queremos hacer y, sin embargo, salimos a hacernos la América en otros continentes. ¿A dónde iremos a parar? Da un poco de miedo esta vorágine de inseguridad. 

Aunque, por otro lado, mis ideas se están aclarando. Si bien siempre estuve un poco disperso a la hora de elegir qué es lo que quiero para mi futuro, hoy puedo asegurar que estoy un poco más convencido de lo que no quiero para mi futuro. ¡Y eso es muy bueno! Empecé afirmando el contrario. De esa manera, lo que queda es simplemente la búsqueda pero desde lo que quiero... 

El otro día una persona me dijo: "me gusta... tenés muchísimas ideas de lo que querés hacer en tu futuro". Tuve que lidiar con ése problema toda mi vida. La búsqueda constante. El moverme de un lado a otro por mi falta de sedentarismo. Tuve que moverme por diferentes regiones, buscando siempre buscando. Y aún hoy, sé que me esperan muchas mudanzas más. Pero ya no me asusta esto de mí como lo hacía antes. Aprendí a entender que esta es mi forma de ser. No me conformo, lamentablemente. Y si hay algo que tengo de bueno, es mi fuerza de voluntad. Seguir buscando es pues, mi naturaleza. 

Tengo ahora, entonces, un abanico de opciones en las que se abarajan todas las posibilidades que me gustaría poder hacer. Reconozco que soy un impaciente y sé que eso es lo más peligroso. Reconozco que soy atolondrado con mis ideas. Pero nada pasa en vano. 

En estos últimos años estuve aprendiendo a controlarme. Y todavía hoy sigo en proceso de costumbre. Aprendí a tolerar las cosas que más detestaba hacer en la vida. Y todavía hoy, sigo acostumbrándome. Enfrenté a mis miedos. Enfrenté mis problemas. Enfrenté mi soledad a la hora de tomar una decisión. Enfrenté el irme de un lado al otro en menos de una semana porque la situación no daba para más. Aprendí a dejar todo y no mirar atrás. Aprendí a amar lo que tengo mientras lo tengo. Aprendí a sonreír. A pensar más en frío. Y si bien son años los que necesito para mejorar estas prácticas sé, casi con certeza, que aprendí lo que necesitaba para controlar mi personalidad. Y hoy, con la frente en alta, brindo por eso. 

Mi naturaleza de Tango hace que las cosas me duelan en lo más hondo, que querer sea lo más importante en mi vida. Que cuando odie, odie con todos mis órganos. Me hacen palidecer cuando veo cosas que no me gustan. Me hacen ser bien macho a la hora de aguantar lo que me es insoportable. Tuve que hacerlo. Quizás porque yo mismo me encontraba insoportable, entonces fue la herramienta más práctica de la auto tolerancia. 

Hoy me encuentro deslumbrado por las palabras. Son todas las que vienen. Escribir se me hace como tocar el piano. Y mientras aprieto las teclas y suena Piazzolla, no puedo dejar de pensar que es hora de que escribir sea algo más para todos que para mí solo. Enfrentar mis miedos. Ese era el tópico. Enfrentar a las palabras, a todas. A todas las que me acosaron por tanto tiempo. El miedo al fracaso más todos mis otros miedos. 

¿En dónde es que nos encerramos cuando todo se pone gris? Yo ya no me quiero encerrar más en mi cuarto. ¿Por qué habría de hacerlo? Vivimos en un mundo de Egos. Esa es mi frase que quiero dejar en la posteridad. Es un mundo de Egos en donde todos convivimos luchando, los uno contra los otros. Las personalidades enfrentándose una tras otra por subsistir. ¿Y eso de que éramos Animados? ¿No habla de eso Platón en el Fedón? ¿Y las almas que rememoran al ver el Bien en su esplendor y sienten ese Amor Universal, único y verdadero vínculo del hombre? Perdonenme que cierre con esto. Quizás me haya ido de tema. La realidad es que tenía para esta entrada, otro tema que quería discutir y empecé con todo lo otro. 

El tango se baila de a dos. Las palabras pasan y pasan y se esconden y se pierden y se olvidan. ¿Qué son las palabras? ¿Qué es el Tango? Yo no quiero ninguna excusa a la hora de vivir. No quiero privarme de nada. ¿Egos? No, no... yo quiero estar por lejos de eso. 

Ya lo dijeron los Beatles,               

All you need is Love. 

Amadeus, 

jueves, 17 de mayo de 2012

Un día perdido en Dubai,




Hace tiempo que no escribo. Pero no tanto por no querer. Fue más bien, un error de la comunicación. Dejenme explicarme así se entiende mejor. Desde que llegué a Dubai, todo, desde mi buscador hasta mi cuenta de e-mail, pasó a estar en árabe. Al parecer, ahora, se solucionó. Pero no soy muy optimista y sé que esto es tan sólo un beneficio momentaneo del cual disfrutaré hasta que, en la próxima vez, quiera loggearme y escribir alguna nueva cosa.

¿Por dónde empezar? Pasaron casi tres meses de la última vez que publiqué, aunque no desde la última vez que escribí. Para ser un poco más precisos con los "lectores" vengo mandando algunos e-mails que hacen la suerte de suplente a la hora de escribir. Sin embargo, hoy mientras disfrutaba de mi auto regalado Day Off,sentí esas tremendas ganas que a veces le dan a uno cuando quiere escribir. Pero no algo puntual. Basta de puntualidad para mí, sino de escribir. Lo que sea y nada más.

Así pues, me senté en frente al papel, como en los viejos tiempos. Pelee con tres lapiceras diferentes y hasta encontré una que me funcionó bastante bien. Sin embargo, no pude hacerlo. Pensé para mis adentros ¿y para qué demonios tengo un blog? Es hora de comprarme una nueva computadora. ¡Eso es lo que creo!

Pero basta de introducciones. Basta de pleitos cybernéticos que a la hora de registrar lo que uno hace, tan sólo se queda con el ahora y nunca con el después. Es momento de contar un poco en dónde es que ando y por qué estoy haciendo lo que estoy haciendo.

Si me preguntan a mí, diría que no estoy del todo convencido del lugar. Dubai es un especie de Isla aunque no en su cualidad geográfica. Más bien, en sus detalles físicos. Es una especie de apartado social, en donde las personas trabajan 12 hs. al día por el mínimo indispensable para que otra porción de la población que también vive y goza en Dubai trabaje relativamente poco, trayendo y llevando personas de todas partes del mundo para que vayan a otras partes del mundo. Después, está la clase más rica que es la que me gusta llamar NO trabajadora. Son solamente los que aportan el dinero a los miles de desperdicios que produce Dubai. Me alegra anunciar con un dejo de tristeza que esta debe ser la ciudad que más derrocha  energia, recursos y cualquier otra cosa. Lo curioso es que es el lugar más falto de recursos naturales del mundo.

Calculo que este tipo de actitudes son las que se dan cuando lo que rige es la opulencia. Aquí no se trata de hacer, sino de mostrar. El progreso no es por lo ultil, sino que es por lo inutil de la soberbia. Es como cuando a un desnutrido se lo quiere alimentar con una mesa repleta de comida. Entonces este, en su hambre voraz, quiere comer de todo lo que hay en la mesa. El problema es que el estómago del desnutrido no está preparado para tanta cantidad de comida precisamente por la falta de alimentación. ¡Así es Dubai! Una zona en donde no hay nada, pero se encuentra de todo. Es un bebe, sin personalidad. Sin alma. Desalmado para con el mundo que le rodea.

¡Y aquí estoy yo! Viviendo la vida loca, al estilo Pánico y Locura en las Vegas con la salvedad de que la Locura es quedarse en el desierto, en donde el agua se desperdicia en la mayoría de los lugares públicos.

El mundo tiene sus vueltas y quizás yo sea el desalmado que ve todo opaco y gris. Mintiendo a granel a conjunto de lectores sobre las bondades de viajar y viajar con millas de vuelo que nada hacen más que generar un gran desequilibrio físico a nuestro querido cuerpo.

¿Y en dónde quedaron las metas y los sueños? Hay algo que me vienen repitiendo desde el momento en que llegué: "Si viniste a Dubai con un plan, no te lo olvides. Mantené ése plan, sino te vas a quedar acá toda tu vida". Me da miedo pensar lo que te cambia Dubai. Pero no puedo negarlo. Autos que brillan de día y de noche, calores insoportables y el acceso a lo más banal y vulgar del mundo aunque disfrazado de asombro y  tintes de espectacular.

Hay que tener cuidado a la hora de caminar. No olvidarse de dónde es que viene uno. Estoy en la otra punta del mundo, gozando entre las luces que desprenden los múltiples rascacielos que llegan al infinito y bajan hasta lo más profundo de las cavidades marinas. Estoy en la cima de la planicie más grande e insulsa que el mundo ha dado. Estoy haciendo de jeque, yo que nada tengo que ofrecer al mundo más que una sonrisa con dientes desparejos.

A no olvidarse de dónde suman las horas y por qué el círculo encierra la Verdad. ¡Que sean nuestros minutos los creyentes de que el tiempo es un amigo al que hay que darle la mano para no desesperar!

Salud a la mercerd de la Victoria y la Paz.

Amadeus,