martes, 25 de septiembre de 2012

¡Que bueno encontrarte!




¡Qué bueno encontrarte! Tiempo ha de que mis palabras no tienen destinatarios. No me tomes a mal, espero que no lo hagas, pero creo que mucho de lo que escribís hoy fue porque yo te lo enseñé. A veces, cuando todavía me dan cosquillas los días, me siento a leer alguna que otra cosilla tuya. Pero sólo en e-mails. Pensé que te habías perdido en la lista de un tal vez que tanto abundan en el mundo cybernético. Pero hoy, me creerás si te lo cuento, buscando entre sombras encontré que seguís escribiendo. ¡Y menos mal! Porque me ponía tremendamente mal pensar que no escribías más. ¡Solamente cambiaste la dirección! ¡Si supieras lo que pensé! Acciones nefastas del llamado de atención: pensé en escribirte un e-mail para ver si respondías. Aunque sabía que no lo ibas a hacer. ¡El orgullo, arma vil!

No me tomes a mal por lo que dije antes. Creo que ambos crecimos juntos, cuando de escribir se trata. Te cuento más, hoy estaba sentado pensando en algo para escribir. Y no pude escribir nada... pero en otras noticias: mandé una especie de idea de libro que está, en parte, inspirado en esas tardes que pasé consumido por el calor y porque apagaban la energía para ahorrar para el año que viene. 

¡Ah! ¡Pero hoy te encontré! Es como haberse encontrado con una cajita de recuerdos que se abre y adentro, está llena de palabras. Ahora escribir tiene sentido una vez más. A veces pienso que me escribo... pero otras, no te miento, creo que te escribo. ¿Qué pensas? ¿Seguís creyendo que escribo bien? No te confundas tampoco, no sos la Milena de Kafka ni la Beatriz de Dante. Tu rol, en esta historia, es más banal... o si querés, más vulgar. Vulgar no del latín vulgo... vulgar en lo que se refiere a cotidiano. Ya sabés como yo peleo por esa absurda armonía en las palabras. 

No te miento, minutos atrás, no tenía nada para escribir. Quedó todo en un borrador... y ahora... si me vieras ahora con la adrenalina de saber que te escribo tan sólo para que me leas... Bueno... ya no me lees más, pero por lo menos para responder. Siempre me gustó ser una especie de pseudo tutor que, aunque nunca te guió, por lo menos te criticó. ¡Sí! ¡Eso éramos! Criticones. ¿Me esperas que me pongo otro disco?

Me puse algo más nuestro: Brandi Carlile. No creo que te acuerdes. Pero yo si me acuerdo de Seru Girán... ¿Sabés que ahora me gusta, no? Sabés que ahora escucho a Sui Generis con placer. ¡No, te prometo que fueron sólo dos cervezas y no tienen nada que ver! Ay... la inspiración y las ganas de escribir, volvieron todas juntas. ¡Vos tenés dos elefantes! ¡Yo tengo dos guitarras! Una se llama Irene, que en griego significa Paz. Y la otra Sofía, que significa Sabiduría. Ninguna se llama como la otra... no ya no la pienso más a ella. 

Ah... pero ahora que te leo, me siento tan joven. Menos mal que seguís escribiendo. ¿Querés que te confiese algo? Me gusta como escribís. Está bien, deberías leer algo más Verdadero y dejar toda esa palabrería revolucionaria que tanto mal ha generado en la literatura. Sobre todo, en la latinoamericana. Pero si me leyeras, ahora mismo, seguramente dirías que soy un retrógrada de.... y agregarías alguna que otra palabrilla condenada por el google translate

¡Ah... pero qué joven! ¿Sabés que hago ahora para vivir?  Vivo para los Aeropuertos que me llevan de un lugar a otro. ¿Te acordás nuestro Aeropuerto? ¡Fue nuestro hogar por unas horas! Me acuerdo que me senté a cargarte música en el aparatito de la manzana... y casi te mato cuando me cancelaste la conexión porque tu ansiedad, esa constante ansiedad, puso fin a la sincronización. Ah... es que vos sos tigre y yo soy conejo. ... ¿O eras Búfalo?... 

¡Qué bueno encontrarte! Ojalá me leas, ojalá porque por lo menos significaría que triunfó la literatura. Si yo no te respondí como se debe, y aquí creo que deberías saber que mi orgullo quedó en la calle Av. Velez Sarsfield y no lo traje conmigo,  es porque pensé que no escribías más. Así pues, si me lees, respondé carajo - como se debe. 

Tengo un cuento que termina: ... (SIC) "y... en la mesa, la fascinación de las palabras". Eso me lo regalaste vos.  Aunque no me lo creas, no me lo vas a creer, serías la única crítica a la que le daría mi libro a leer. Los demás, me suenan muy convencionales para que me lean. Muy. 

Ya no escribo como antes, lo sé. Antes, las formas tenían sentimientos, mientras que ahora, son las palabras las que hablan y ya no esa vorágine de cosas adentro. Sé que vos seguís teniendo dos elefantes y que los contenidos se entienden por otras partes. Sé que vos seguís pensando que sos una estrella de la modernidad, incomprendida tal vez, pero con una pierna más corta que la otra que marca, en sí marca, la diferencia para con el resto. 

Yo me corté el pelo. Me compré una guitarra y pensé en cantar. Caminé en Madrid, y creo que te pensé. Pero seguí caminando, tomé café. Me levanté y caminé un poco más. El problema de la vida, hoy por hoy, es que todo se mide en horas y lo que son horas, se traducen a kilómetros. Lo que no son kilómetros se vuelven mares que separan continentes y lo que no cierra de los continentes es que están gobernados por personajes nefastos. ¿Seguís viviendo en la misma callecita o la independencia marcó otra vez, tu destino? Uf, el complejo de Electra en vos, fue más fuerte que cualquier otra cosa que pudo haber enfrentado tu amigo Freud. Yo no creo en esas cosas. 

Mirá cómo pasan los párrafos. Pasan las palabras, pasan. Pasan las horas, pasan. Pasan los noctámbulos. Yo tomé sólo dos latitas de cerveza. Nada más. Ahora me afeito por mi trabajo. Pero cuando la vida me deja, me siento con Sofía a debatir sobre el principio del Bien y por qué Plotino habla sobre lo Bello. Cuando entiendo un poco más, me siento un poco más. Pero, por lo general, miro por la ventana y pienso en las mismas cosas: el Amor, la Libertad, la Vida.  Con la salvedad que hoy soy más libre que ayer, o menos dependiente. 

La soledad me gusta. Me enteré, por ahí, que es algo que me hace falta. Es algo que necesito (estoy tan emocionado respondiéndote que los dedos se mueven solitos y eso que yo no uso diminutivos para escribir) para sentirme más yo. ¿Soy un egoísta? ¿Soy una persona endemoniada? Vos creerías que en realidad, soy el ombligo del mundo.... Y yo te respondería: ponele que no. 

Y quizás sea eso... ponele que no. Pero me hace bien saber que estoy bien. Aunque me hace bien saber que estás bien. Seguí escribiendo. Me alegra tanto, tantísimo. Es saber que cuento con mi villano para combatir el mundo. Vos, con la bandera de García Marquez... yo con la de Goethe. ¿Quién vencerá? Palabras, sólo son palabras. Ya sé que no me lees y no me vas a responder...  a mí me gusta jugar a escribir. Aquí, en Dubái, tuve la patética situación de gente que me quiso leer y, peor aún, interpretar. Yo los saqué a escobazos. 

Te escribo más adelante. Gracias por leerme. 


Amadeus,

Pd: me voy a seguir leyéndote. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

A Baco, parte II



Al dios Baco (pulse aquí)



Con la simpleza de la infinitud de Dios, nos dedicamos a confundirnos en los márgenes del deber y el existir. ¿Qué empiezan las campanas? ¿Qué se encienden los coros? Somos el hombre pneuma del que habla Plotino, tras la caída, siempre en búsqueda de la felicidad. Del dichoso futuro que nos tenga, por costumbre, la reserva ideal del porvenir provechoso. Nos espantan las ideas que innovan y no entendemos que éstas, son más que la copia del pasado vulgar que traer por buenas nuevas, las viejas ideas del mundo.

Tal como prometí, después de esa apertura tan altiva y llena de eufemismos, me siento a escribir en honor a aquel dios de la antigüedad que tantas fortunas nos ha traído. Una lástima que en el pilar de lo que hoy se considera bueno, éste dios, haya quedado tan al margen. Sobre todo, después de haber sido elevado por el mismísimo Jesucristo. Es decir, que no sólo en la Era antigua, el dios milagroso triunfaba por sobre los demás, siendo a su vez, conductor de Almas, sino que en la Modernidad, en nuestra Era, fue elevado a la categoría de Sustancia Divina y es hoy, provecho de nosotros los Cristianos, la sangre del Redentor que en esgrima del triunfo Divino, nos une y eleva.

¿En dónde quedaron los viejos versos de los Sabios Griegos que entre tanta sabiduría nos llenaban de Ideas Bellas y hacían de este presente, un todo perfectamente redondo en donde la dicha ser Bienaventurado nos era para todos igual siempre y cuando apostáramos al Bien Supremo y al círculo milagroso de la Eternidad?

Dicen que Plotino se hizo filósofo después de vagar por muchos años y, quizás, de haber leído a San Agustín... ¿quién sabe? Homero, que hoy anda escondido en el País de los Inmortales, sabrá quizá, la respuesta más verdadera de la Caída de los Atlantes. Mientras tanto nosotros, los Mortales, vagamos en la inmensa estepa amarilla del desierto de la ficción y no encontramos un segundo de calma para relajar nuestros músculos y nuestras extremidades, tan llenas de presión, en el vulgar presente de lo cotidiano.

¿En dónde queda, pues, ese dios benéfico, milagroso, conductor de Almas, que antes nos guiaba y nos consumaba dándonos en Gracia, la suerte de ser parte del Fermento Divino y sangre de la Sangre Divina? Al dios Baco le hablo, el hacedor del Vino, del Fermento Sagrado, de la Uva Universal en la Simpleza misma que rige la Tranquilidad del Universo Redondo y Perfecto.

¡Ay, mi querido Baco, si sabrán ellos, los impíos, la buena fortuna de quien te bebe! ¡Sabrán ellos, los bárbaros con los que hoy convivo en el desierto cruel, que es tu sangre, elemento fortuito y sagrado que nos lleva a la misma iluminación de la Simpleza más simple de todas las Simplezas! ¡Dios!

La fortuna del Amor imperecedero, de la Eternidad eterna en el ciclo cósmico de las Fuerzas Intrínsecas del Universo. El Amor Universal, generadora de la Sustancia Prima, del instante primero de nuestra Creación. Círculo perfecto, la más simple Forma, en donde el tiempo se vuelve ciclo y, como dijo Pascal: "El Universo es una Esfera infinita cuyo centro está en todas partes y la Circunferencia en Ninguna". Las comillas y las mayúsculas, son mías. 

Con ello pues, Baco, dios elevado a Sustancia, Sustancia elevada a Categoría, Categoría elevada a Realidad, Realidad elevada a Eternidad: ilumina las vulgares miradas de nosotros, los fracasados mortales que no supimos ver, en el Crimen de Prometeo, la desventura del origen de nuestros males. ¿Será que Zeus todavía no nos ha perdonado y nos sigue enviando, desde la Caja de Pandora, todos los pesares del mundo?

Hoy tuve un instante de tranquilidad. Fue tan simple que me hizo comprender, aunque con cierta altanería de mi parte, la infinitud de la simpleza. Lo sentí después de haber leído a Borges, autor que no paro de leer y releer. Es él, mentor de mis palabras, quizá. Es él, autor de mis palabras... ¿muy exagerado de mi parte? Yo creo que él se reiría, sin dudas, pero no lo negaría. 

El tiempo, su más pesado problema. Hoy me sentí infinito. Hoy me sentí alagado. Hoy me sentí tranquilo. 
Baco... Ayer te prometí dedicarte unas palabras y helas aquí, dios alado y redentor de nosotros, las almas desventuradas. 

Al infinito de la Simpleza: ¡A eso voy, gracias mí querido Mentor!

Amadeus, 

viernes, 7 de septiembre de 2012

Receta de la Felicidad

La Canción de los Buenos Borrachos (Pulse Aquí)



Bueno, claro: la receta es bien simple si se tiene los ingredientes. ¿Cómo escribir una receta que contenga las claves de la felicidad? Intentemos, de a poco, tratar de encontrarla juntos. De esa forma, quizás podamos hacer de nuestra experiencia un deleite transmisible para las generaciones postreras que sé muy bien, están allí, a la espera de una clave para resolver los misterios del universo. 

Paso número uno: Una buena cerveza. 

El alcohol resulta elemental a la hora de contrariar a las adversidades de la cotidianeidad. No voy a explayarme en eso de los dioses griegos tan admirados por mí y tantísimas otras personas muchísimo más importantes que este mediocre escritor. La cerveza no sólo relaja a nivel muscular, si no que a su vez, es buena para bajar un poco los cambios del acelere diario que de a ratos nos da en este mundo hostil siempre en búsqueda de problemas. "Somos máquinas generadoras de problemas", me dijeron el otro día en una experiencia de vida.

Si la cerveza no está a la orden del día cosa que en países del medio oriente puede ser bastante común y para nada extraño, se puede hacer uso de las facultades de las uva. Quizás el proceso de la trasmutación del agua en vino sea un poco más complejo y haga falta la Mano de la Divinidad. No obstante, y para los obstinados de la realidad bruta y sin codificar, el vino es de por sí un fermento sagrado que le dio en rigor, el honor de ser parte de los dioses del Olimpo y, así mismo, conductor de las almas. 

Por último,  en caso de que las dos primeras elecciones no se encuentren disponibles por lo insensible de las Almas, siempre se puede hacer uso de algún elixir druídico como lo es el Whisky o ya sabrán ustedes qué otra cosa.

Paso número dos: Música. 

Aquí es muy importante resaltar que el arte de las Musas puestas en práctica en ese formato de notación musical tan bien descripto por Pitágoras, que no sólo se debe oir (ya que están aquellos que sostienen que las sociedades antiguas eran Ex-Audit, mientras que las modernas son Ex-Visu) si no que también resulta de elemental necesidad, poder hacer música. Para ello, aconsejo cualquier instrumento de cuerdas. Los hay de muchísimas categorías y, siempre que estos resulten un poco difícil de arrancar, siempre se puede pasar a los vientos que ofrecen de forma melódica (y ya no armónica) una forma un poco más sintética pero igual de compleja que su heramana, las cuerdas. Los ritmos pueden ser muy llamativos... Pero les aseguro que tener en vista los complejos tintes que puede dar un FA sostenido mayor, son realmente únicos en su especie. 

En lo que refiere a la del melómano, siempre se puede emprender un viaje místico por los diferentes autores e intérpretes que a lo largo de los siglos de historias nos han deleitado con tanto furor y tan maña astucia. Es importante resaltar que son ellos mismos co-autores de los órdenes universales que rigen la Paz del Universo en esa perfecta armonía Plotiniana.

Quiero aclarar, como última parte de este sub-segmento, que la música es muy linda para acompañarla con alcohol. De hecho, si existiera entre mis lectores (que se cuentan con una mano, pero que me quiten lo bailao') algún poeta, sería muy bueno que escribiese alguna cosa que hable de este magnífico amorío entre ambos elementos.

Paso número tres: El Amor. 

Este magnífico sentimiento, no sólo nos llena de bien y buen olor a todo lo que le rodea, si no que, por encima de todas las cosas: nos permite luchar contra todas esas cosas que tanto tememos y que tantas dudas nos causan. 

Cuando nos sentimos tan fatigados de la vida, tan abrumados y tan absolutamente solos como puede ocurrir si vivís en el Medio Oriente (región de los desolados), éste sentimiento resulta elemental a la hora de combatir todas esas emociones tan adversas y negativas que pueden generarte los montones de arena que rodean las ventanas o los vastos edificios plateados que a la luz del sol se convierten en una especie de monstruo impersonal y vengativo, dándote la sensación de encierro.

A su vez, el Amor, se lo puede asociar, muy rápidamente, con el buen humor que por lo general, genera ecos positivos entre aquellos que lo comparten. El humor es un elemento fundamental que sólo puede surgir cuando se comparte con alguien. "Ya no los llamo mis siervos, sino más bien, mis amigos" dijo el Salvador a horas de ser entregado en el Huerto que hacen llamar de los Olivos. 

Ya verán, compatriotas y exorbitados lectores, que cuando uno tiene Amor en las venas, el mundo de repente, se vuelve en una magia que circunda e inunda las Almas de aquellos que están entre nosotros. Y por eso que Amar nos hace tan bien. ¿O acaso no han notado, curiosos lectores, los beneficios que nos traen esos chicos, bebes, tan llenos de amor y de energía que con una sonrisa nos dulcifican hasta lo más profundo? Pues bien, ese es el Amor del cual estoy hablando, tan alejado del beneficio personal, y tan libre pensante que se vuelve diáfano y simple. Es como el viento que cruza entre nuestros dedos. Así de inaprensible es el verdadero Amor.

Para practicarlo, cosa difícil, sugiero que empecemos con Amar a todo lo que nos rodea. Sentir esa energía tan adentro que nada, pero nada, nos haga sentir lo contrario. Querer a los nuestros, a los otros. Practicar con los padres y hermanos. Amar muy profundamente a los amigos. Amar hasta lo más hondo, al planeta, a las plantas y los árboles. Amar hasta desgarrarnos a nuestras parejas. Amar hasta la muerte a nuestros hijos. 

Cordialmente, 

Amadeus,