Llegó el momento
de abrirme entero y, ¿quién mejor que Jackie Greene para seguir sobre éste
fascinante mundo que es el Rock? Hace algunos días me recibí de libertino y
rápidamente, un tremendo peso dejó de azotarme. Aquí no voy a descargar culpas,
porque lo que tengo para decir es poéticamente inspirado y sutilmente inducido.
¡Hablamos del Rock n Roll, señoras y señores! Ármense de valor.
“sometimes we drink whisky, sometimes we drink wine but as
long as we’re drinking we are doin’ just fine!”
¡Qué curioso cómo
el rock aquí se expresa en el vértice preciso de la liberación y con qué
atino! Hoy leía un poco de El Banquete de Platón,
nombre que en realidad, no es del todo acertado. El comentarista y traductor de
mi versión del Banquete sostiene que
el nombre apropiado y griego para éste diálogo es Symposyo. Esto se debe a que lo que se cuenta es lo que ocurre después de la cena, continuando con lo que, en aquel entonces, era costumbre hacer en una celebración.
El Symposyo consistía,
específicamente, al momento donde se empezaba a beber vino. Primero se hacían las
libaciones correspondientes a Zeus, Apolo y calculo yo, Baco y luego se decidía
cuánto se bebería y sobre qué tópico se discutiría.
Ahora bien, la
bebida en la civilización griega, está constantemente presente. A su vez, ellos
como sociedad son los autores de funciones tan elementales y humanas como puede
ser el motivo del brindis; que se inspiró en la desconfianza pero se afianzó en
la amistad. Tal vez, no sea preciso
recordar aquí pero uno de los dioses más importante fue Baco que era, ni más ni
menos, el dios del vino. El que traía a las musas, estimo yo.
Con esto, no
quiero más que adelantarme a mi conclusión, por demás, sabida sobre la relación
que arrastra el Rock n Roll con la bebida. Sin intenciones de hacer una
apología sobre el alcohol, creo que la práctica se puede extender hacia las
infusiones y bebidas en general. Y me recuerda, un poco más, a las filosofías antiguas de origen
asiático que tan desarrollado tienen el tema del té. Lo que sí es deducible es que
la bebida cuando se hace en compañía
puede ser un excelente momento de cambios, emociones y velocidad.
Hay gente que
disfruta de Tom Waits tomando vino. Yo soy
uno de ellos. Y a la vez, qué culpable me siento al admitir que también puedo
disfrutar con tal elemental placer, tomar Jack Daniels con los Rolling Stones o
Cerveza con el tango. Siempre existirá una versión romántica del desamor y el
rock, del rock y el trago. Del trago y la Reflexión. De la reflexión y la
Compañía. De la compañía a la soledad.
Vivimos en un
mundo de opuestos, en donde lo más básico se registra en arquetipos, con
eso, inventamos funciones de excelencia y somos críticos con aquel a quién demandamos nada más ni nada menos que la perfección. Sin embargo, en la música,
esa paradoja arquetípica se derrumba y lo que queda es la expresión misma de la
libertad. Por suerte, la música, necesita de la compañía porque estaría
engañando a mí y a ustedes, si no les dijera que cada instrumento tiene alma y
que por lo tanto, a la hora de tocar están presentes el espíritu de quien ejecuta y
el alma de lo ejecutado.
Celebremos pues,
en esta oda dionisíaca y festejemos entonces que, a veces, lo intrascendente trae consigo la
trascendencia de no ser nada más que puro presente.
¡Salud!
Amadeus,