lunes, 11 de junio de 2012

En Honor a Baco,



Yo creo que es prolijo, a veces, escribir. No solamente porque nos ordena un poco la cabeza, sino porque además, es una buena acción para el mundo. Claro, saltarán los defensores de los momentos y me llamarán retrógrada... y lo bien qué harán. 

Escribir se compone no sólo de palabras (cualquiera sea la Lengua elegida para la redacción), no sólo de ideas (los antiguos hablan de símbolos), no sólo de sintaxis (hoy se lo conoce como puntuación/ortografía) y no sólo de fonemas (unidades mínimas de significado sonoro que al juntarla con otros fonemas crean el símbolo gráfico de la Palabra, para más información al respecto consultar autores que sepan del tema). 

Sin embargo, si nos remontamos a los orígenes mismos del escribir, podemos descubrir rápidamente que siempre se trató de un accidente no-casual de índole Supra-Natura o Divina. Quizás, el accidente de la Gloria daba al Hombre sensible de antaño, la capacidad de jugar entre las Musas y ser, él mismo, un agente realizador de la Fortuna de los Dioses. Con el pasar de los años, escribir se convirtió en Necesidad y hasta en Motor unificador. Desde la Divina Grecia, hasta la ya terminada Civilización Occidental de fines del SXIX que, en alegría y euforia por el amor a los pueblos, se escribían extensos sonetos y hermosísimos relatos sobre el Origen del Amor y el Principio de los Tiempos (aconsejo a Goethe, pero hay otros). 

Hoy, en cambio, y aquí es en donde se puede ver que soy un retrógrada, la palabra se manipula y se utiliza como si fuese un bien de compra y venta. Algunos la llenan de idolatría, y esmero. Están esos autores latinoamericanos que la han utilizado para componer reclamos sociales y emprender combates contra sistemas, de sistemas que encierran otros sistemas en otros sistemas (¡ah... S XVIII, lo único que hiciste fue crear palabras!).

Intento decir, de alguna forma u otra, porque la verdad es que a mí siempre me invadió la simpleza y no soy un tipo preparado para hablar de esto que el Hombre (como especie, obviemos los géneros), debería de volver a esa razón primera, si no es con el contacto entre los Dioses (entiendo que no todos podamos tener relaciones amistosas con Zeus), si quizás entre las Musas que hace tiempo andan buscando en quién reposar y, sin embargo, no encuentran más que espacios huecos y hoscos. 

A mí me da por pensar, cuando tengo que estar pensando, que ya no somos puros. El Bien, se me confunde todo el tiempo con el Placer y más allá de aquellas antiguas contiendas griegas entre Bien/Bello Bien/Placentero, se me confunde el Bien con el Deber. ¡Y todo termina siendo un Caos adentro mío! Se me ocurre que Hesiodo, cuando habló de la Caja de Pandora (el principio de todos los males), en realidad quiso universalizar el decadente y continuo error del Ser/Homber que no es más que Penitencia por las culpas de sus actos impuros, o tontos... si quieren que usemos una palabra de uso más vulgar y cómoda. 

Hoy me siento un poco perdido en cuanto a todo esto de la Acción/Bien. Me siento un poco perdido con respecto al por qué y el cuándo. Se me ocurrió pues, volver a la Literatura. Quizás, adaptarme un poco a mi tiempo y empezar con Dostoievski, puede que ése penoso S XIX en la Antigua Rusia Zarista, me dé las respuestas a la incógnita después revelada por Cortázar... o, tal vez por Borges. 

Si tienen ideas, por favor, díganmelas. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario