Todo suena y suena... Como el tango,
como la vida que, cuando llueve se sienta a esperar a que se haga de noche y
algún tecito de esos que tienen distintos sabores nos hagan eco y nos acompañen
en las horas del otoño. ¿Sabrá la gente que me acuerdo del otoño todos los
días?
¿Sabrá el Jazz que a veces, cuando me siento un poco intranquilo no hago
más que pensar en aquella Medianoche en París en donde todos salen a ver la
Luna y a tomar ese vino con olor a Montmatre que tanto nos gusta? ¿Qué sabe la
vida? ¿Qué sé yo?
Tomamos vino, nos levantamos y vamos de la mano. ¿Al bar? ¿Nuestro bar? Es
hora de cenar, y sale Buddha Bar con vos, conmigo, con todo Dubái que nos mira
de reojo. Y yo que cierro los ojos y pienso que soy feliz. Que veo las horas
escurrirse entre nosotros y soy feliz. ¿Por qué soy feliz? La simpleza me hace
feliz. Te veo simple, te veo tan tranquila. Te siento simple, te siento tan
tranquila. ¿Tengo que dar más explicaciones al espantoso bicho de la iniquidad
que azota día y noche las almas de Dubái? Ya te lo dije a vos, hoy al oído: con
vos, no me siento en Dubái. Me haces sentir que estoy en casa, a millones de
kilómetros de distancia de todos.
Me pierdo, me pierdo y me vuelvo a perder. Mientras un vino italiano me
recuerda que en realidad, la vida es un poco hacer ruido y otro poco vivir.
Hacemos ruidos juntos. Nos encontramos ahí en donde el fondo de la botella se
vuelve más dulce y el cielo se llena de estrellas. ¿Te acordás de las estrellas
que vimos en Río... o fueron nuestros ojos que se cruzaron y nada más?
Me pedís que escriba y querés aprender español. Bueno, puede que no haya
más que perdernos en las letras. O, tal vez, sea cuestión de conseguir una
linda balada y tocar al estilo Fado nuestras canciones. Las tuyas y mías porque
adentro sé que sabés cantar y que tu voz va a sonar como un sol en las tardes
de invierno.
Guitarra, música, poesía y letras. Con vos al lado, hasta el vino se queda
sin alcohol, porque nada entre nosotros dos nos quiere contaminar ni hacer mal.
Sino que, al contrario, sólo nos quiere ver juntos y ver qué tan bueno se pone
todo esto. ¡Escribir, escribir, escribir! Con la poesía en la mano, nadie nos
puede ganar.
Leo que hay personas que están haciendo novelas, yo los llamo ingenuos
aunque me alienta ver cierto júbilo en la juventud harta deseosa de conquistar
nuevas cabezas. ¡Yo quiero escribir novelas! Y hacerlas bilingües, por lo
menos, hasta que hablemos, en confianza, el mismo idioma.
Pero vamos a llegar a todo eso, no te preocupes. Yo lo sé. Yo lo sé... y el
tiempo se va a acomodar y estará de nuestro lado. En el mientras tanto, te dejo
descansar. No sea cosa que por alguna razón, ya te hayas aburrido de mí.
Buenos Aires se despierta y me espera ansiosa, calculo que tus besos al Obelisco
serán igual de bien recibidos que los míos para mi gente. ¡Yo sé que tus ojos
son los días que nos faltan pasar juntos! Y de eso, no tengo dudas.
Que las consonantes nos sigan haciendo ruidos... Que las vocales, ya nos
las aprendimos de memoria.
¡Café sin leche, ni azúcar!
Amadeus,
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