A la música, hay que sentirla. No
basta con sentarse a componer una canción y creerse que eso es todo. O, como
algunos otros piensas ( y lo he visto en lo que la modernidad entiende por
"reality shows", tener una linda voz). Porque, en definitiva, una
linda voz, es una linda voz... la música tiene de eso que es mucho más. La
razón es bien simple, es la forma en la que se comunica el universo. El
lenguaje universal, es eso que cuando lo sentimos, nos vibra en la panza, nos
emociona en el alma y nos aclara la cabeza. Nos transmite lo que queremos
decir, antes de siquiera, saber qué queríamos decir. Pone en manifiesto
nuestras debilidades, engrandece el honor y la nobleza. ¡La música, es el
suspiro del Alma! ¡Es el verdadero Amor Universal!
Por éso es que yo siempre fui un poco crítico en la música y si bien, tuve
(y tengo) gustos diversos en lo que respecta a los artistas, siempre busqué o
intenté buscar, aquello que los hace originales. O por lo menos, creerles. Me
cuesta mucho creer en los artistas, con toda la parafernalia que anda dando
vueltas en el medio. Y a uno se le complica. Entran las dudas. Para mí no pasa
por si toca música clásica o contemporánea. Pasa por si le creo o no.
Creo, de hecho, mucho más en Paul McCartney que a Baremboin y lo digo so
pena de que algunos me critiquen y me llamen demonio. Pero así fui yo, siempre.
Y hoy, estoy con esa misma idea testaruda sobre cómo debería ser la música.
Llegué a un punto en donde la música de los otros ya no me convence. Me
convencen muy pocas cosas, pero lo que me convence, me transporta a otras
dimensiones. Creo que llegué a sensibilizarme a ese respecto. Puedo detectar
muy rápido a los músicos y, con esa velocidad, transportarme al mismo
estudio en donde se grabó o a esa callecita en donde al artista se le ocurrió
la canción.
¡Ay Música, lengua del Alma que a todos nos llega!
Estoy componiendo mucho, o mejor dicho, estoy componiendo. Ahora, con la
música, estoy un poco más suelto. Siento que los instrumentos me están enseñando
y ya no las personas. Antes, creía que la música te la enseñaban los maestros.
Sin dudas que ellos tienen un papel fundamental en el desempeño del músico y
sepan que no es este un espacio para criticar su importantísimo desempeño en la
evolución musical. Pero a lo que quiero llegar es que, el artista, según lo que
creo, debería llegar a ese punto en donde el mismo instrumento le explica cómo
quiere ser tocado. Todos los instrumentos tienen Alma, no es razón del hombre
negarla, más bien lo contrario, darle vida.
Cuando uno se encierra en esto de componer, todo es como una profunda
meditación. La cabeza se vuelve hueca, las palabras saltan de uno y las
canciones se cantan hasta cuando se está durmiendo. La vida se compone y
descompone, todo es en sí, un gran melodía. ¡Hasta el Universo tiene su tono y
su Frecuencia! Y me acuerdo de aquel Maestro que leí una vez que decía que la Antigüedad
era Ex Audit... es decir, por el oído. Quizás, para reformular a la vieja frase
de la historia, en vez de "Dame un punto fijo y te moveré la tierra"
habría que decir, "dame un tono exacto y haré que la tierra baile y se
mueva sola". Pero puede que sólo sean pavadas de las mías las que
digo.
A mí me gusta pensar que la Música compone, que las canciones entienden,
que la armonía reúne y que la melodía emociona. Y eso me está pasando en estos
días. Hoy me dedico a componer. Tengo miles de melodías adentro mío, o mejor
cientas.
Mi futuro es la próxima canción que ya estoy componiendo y variando de
tonos para ver cómo queda mejor. Me voy a la canción del Amor, me voy a la
tierra de la Música en donde los árboles todavía se mueven cuando escuchan las
canciones de Carnaval. Me voy a la tierra del Verde, en donde todo se compone
de melodías que suenan y suenan.
¡A la tierra del Amor y la Música!
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