lunes, 10 de febrero de 2014

Sobre el Tango y otros menesteres...

Alguien le dice al Tango

Porque escribir se debe a la Libertad y a la Libertad, nosotros, no le debemos nada. Les cuento lo que está pasando: desde hace tiempo pienso que escribir me cuesta más de lo que en un principio sospeché.

Cuestiono cada una de mis palabras. Claro, si hacemos un análisis en extremo rigor, puede decirse que siempre fui fiel a mis palabras y me que por eso me cuesta escribir. Pero eso son sólo ñoñerías que tengo que superar. La razón, creo, está en otra parte.

La libertad, la búsqueda insaciable de sentido, el impulso de supervivencia... ¿Qué los hay en todos lados? Si, en todos lados. El mundo dejó de ser un pañuelo, para convertirse nuevamente en un mundo. Y es menester que lo admita: extraño esa facilidad que tenía para moverme de lado a lado. Pero, Dios... que inconsistencia. Que delicado los momentos. Ayer recordaba algo que le dije a alguien a la hora de renunciar allí en Dubái: “Si me conformo con todo lo que conseguí acá, entonces, no voy a tener más nada para buscar en la vida...” Lo dije, como quien dice... “ la basura se saca todos los días a las 21.00 hs”, sin  el menor resto de importancia. Ayer, por casualidad o simplemente por el aburrimiento, lo recordé. Todo ello, en el marco de una vuelta fatigosa, de una jornada bastante calurosa y unas ganas demoledoras de tocar guitarra... bah, blues.

Sentado, como estaba, en el asiento del colectivo, la frase tomó sentido: nómade por convicción  y carente de cualquier cosa que requiera de mi dedicación absoluta, me dedico a aprender lo máximo que puedo sobre el Tango y el Blues. No crean que fueron arbitrarias ambas decisiones, no claro que no. El día que crea estar preparado para hacer una y la otra, saldré al mundo una vez más y esta vez, en completa libertad.

A falta de una cosa, se suma otra: la Libertad. Esa expresión pura y sin mueca, del momento mismo y de la sensación inefable. ¿Lo demás? Lo demás puede que tengan más practicidad, pero yo no nací para ser práctico. Anduve de acá para allá, sólo para descubrir que el mundo me genera la misma desazón que le genera a todos y que los lugares espectaculares, son espectaculares sólo cuando hay gente espectacular con quien compartirlo.

Entendí que las letras, los idiomas, valen nada. Mucho más cuando uno sólo habla con egos e intenciones rebuscadas, esta afirmación es extensible a cualquier acento extranjero. ¿El dinero? Esa cosa sencilla, rectangular y con números, no es un objetivo, ni un fin para mí ni los míos. Y por último, comprendí que el conocimiento sólo es fuente de amarguras y las amarguras, fuente de Blues.


Será que tendré que hacer la gran “Robert Johnson” y emigrar “from the land of Californa to my sweet home Chicago”. Es lindo saber que el Tango es poesía cruel que arde como hiel. Me encanta saber que viene de la partícula misma del macho y se encierra en la Ciudad más linda de todos mis continentes: Mi Buenos Aires querido... Tango y Blues, son una misma cosa, con una misma esencia. Da lástima que la gente no lo vea.

Los zapatos todavía no se gastaron y siempre me pregunté de qué color serían esos que iban a gastarse. Me quedan las botas y me sobra un par de cuerdas. Ahora que estoy más tranquilo, la guitarra está más tranquila.

Los días son míos, las melodías de todos.

¡Gracias por presentarte, barrio tango! Gracias por presentarte, chica de zapatos tangueros  y con tacos altos: haces del tango una emoción y de la emoción, todos los tangos. Gracias por dejarte ver, Manzi. Gracias por las milongas, por los ruidos de violín, los de guitarra, los del piso de madera.


Sé que estoy lejos de hacer algo que valga la pena, y la pena que siento, es porque nada vale: sin embargo, prometo intentar y poner todo lo que esté a mi alcance para que juntos hagamos una canción: Barrio Tango.


Salud. 

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