Me gusta cómo es
que suena esa guitarra. ¡Ahora mi computadora, está un poquito levantada, lo
que hace que mi teclado esté mucho más cómodo! Volví de un viaje. ¿De un viaje?
Si, de uno de mis viajes.
Es hora de dejar
de volar, pienso hoy. Pero tampoco quiero ser tan drástico. Hace más de un año
que empecé éste blog y todas esas cosas que pasaron, que me pasaron, que nos
pasaron. Siento ésa guitarra… “vi… tus… fotos” dice el que canta y pienso
tantas cosas diferentes. Vengo componiendo tantas canciones, todas son una
parte de algo que pienso, un poco de todo lo que veo, algo de lo que me mueve.
¿De acá a un año
atrás? ¿Te acordás Amadeus? Sí, me acuerdo. Estaba sentado, viendo un día de
lluvia. La lluvia, que cosa mágica. Ya casi no lluevo en donde ahora vivo.
Tengo nuevos
planes, tengo nuevas metas, tengo nuevas canciones. Me gusta sentir que pienso
y compongo que compongo y pienso. Leer, me acuerdo de las cosas que anduve
leyendo. Me gusta saber que ahora tengo anteojos y que puedo leer un poco más,
sin que la vista se me canse tanto.
Me parece bien creer que crecí.
Sí, crecí.
Encontré el amor, encontré la música, encontré la vida, encontré la ruta.
Encontré un montón de países con un montón de gente. Y me pregunto si todo esto
es una especie de sueño insomne o que, solamente, tiene que ver con el paso del
tiempo que nos hace más nítidos.
Me acuerdo de mis
amigos. Me acuerdo de todos ellos. De mi familia. De las cosas que me dijeron.
De Phillip Glass tocando alguna de sus piezas musicales y me acuerdo, indefectiblemente
de la mandolina que tantas alegrías me trajo. Me acuerdo del sol, de la
sensación de pisar el verde. Del ruido que hace el agua cuando alguien salta a
la pileta. Me acuerdo.
Me acuerdo de lo
que significa ser Hombre y no dejarse llevar por los vicios malignos que a
veces involucran al ser. Me acuerdo de cómo la música se sentía por las venas
cuando iba al Colón con mis amigos a escuchar alguna que otra ópera de Wagner
o, quién sabe, algún cuarteto. Sí, me acuerdo bien.
Me acuerdo de las
melodías oscuras que teñían de gris mis noches de insomnio. Me acuerdo de mis
dolores de cabeza, por la ingrata, por lo ingrato, por los ratos. Me acuerdo de las noches de tanto alcohol que
quedaba tirado, al costado de la cama, con ganas de vomitar.
Me acuerdo del
desorden. De los ruidos que hacían las hojas cuando yo las pisaba pensando que
algún día me iría lejos, bien lejos de ése lugar para viajar por el mundo. Me
acuerdo de la primera vez que escuché el violoncello. La primera vez que la
Música se convirtió en el epicentro de todas mis emociones. Me acuerdo.
Me acuerdo de
cómo mis amigos y yo, formamos una relación, en base a todas esas cosas que sentíamos
con algunas de las canciones que nos tocaba, a nosotros niños, oír. Era la
primera vez que muchos estábamos siendo parte de ése movimiento artístico
conocido por Rock. ¡El Rock! Esa pasión, ególatra si se quiere, de ser puro y
libre. La libertad de ser. De saber. Sí, me acuerdo.
Me acuerdo de todos esos momentos lindos. Me acuerdo
de cuando empecé éste blog. Era un día de lluvia.
Me gusta cómo
suena esa guitarra. Voy a poner ésa canción, una vez más.
Amadeus,
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