sábado, 7 de julio de 2012

Con aires de escritor





Vivaldi - Invierno

A mí no me gusta dármelas de escritor. Pero no voy a mentir que a veces siento ese ardiente deseo de escribir sobre todo, con respecto a lo que me pasa cotidianamente. Quiero como infundir ese respeto que yo siento por las letras. Claro, ahora no leo tanto como antes. Tengo que admitir que este trabajo me cambió muchísimo. No tanto en mi forma de pensar, pero sí en mis hábitos. Porque antes, me hubiera levantado y directamente, después de haberme hecho un rico té o un buen mate, me hubiera sentado a leer y leer. Y después, sólo después, pensar en el día y sus pormenores. Claro, no quiero ser parte de esa frase de Borges: "Mucho he leído, más poco he vivido". Creo que me inclino más para el lado del: hagámoslo a medias.

Sin embargo, vivir en la ficción en la que estoy viviendo, en este encierro tan falto de aire, en este agobiante desierto de modas pasajeras y ficciones tan nefastas comos los credos ridículos que se creen estos, se me hace, cada vez, más difícil. ¡Ah! ¡Y acá saltan los justicieros para hablarme de la metafísica de mi vida y mi falta de seriedad a la hora de encarar proyectos! No, muchachos... dejemos los consejos de vida para después que hoy estoy bastante serio.

Me viene pasando seguido, cuando mi portuguesa se me va de viaje y yo me encuentro a las vísperas del "¿Qué voy a hacer?" que me pongo todo serio y no me dan ganas, si quiera, de abandonar mi cuarto... único rincón mío de esta ciudad. Único rincón de mi alma para por lo menos, ser libre dentro de lo desprolijo de la esclavitud en la que vivo. (Otra vez, a los defensores del trabajo les digo: no soy un desagradecido, todo lo contrario. Así que no empiecen).

Veo árboles y mi alma llora. Veo calles con veredas y mi corazón grita. Veo a los míos y mis ojos lloran. Pero te veo a vos, y veo que me entendiste. Te leo a vos y veo tu: "All you need is Love" y todo se me hace perfecto y claro. Con vos Dubái, deja de ser Dubái y pasa a ser todos mis sueños.

Pero otra vez el encierro. Otras vez, las pesadas horas de volar a otro continente bajo formas de trabajo que rozan lo inverosímil que nada de fausto tienen. ¿Qué remedio pues contra esta desidia, esta ardua tarea del ser... de estas agobiantes horas de calor? ¡El arte! Eso se me ocurre de entrada. Pienso en todos esos héroes.

El arte, único motor para revertir ese mal injusto que domina nuestras calles y que hoy se apodera de los nuestros, dándoles largas jornadas laborales, largos discursos electorales que al final nada cambian, sacándole esas horas de café bien merecidas para encerrarlos en canastos con poca ropa pero muchísimas ofertas de moda. Acá no vengo a hablar de política, sino a apretar las teclas con fuerza mordiéndome la lengua de la rabia que me da pensar que estoy en Dubái cuando bien merezco estar en otro lugar... y quizás, en otra cosa.

Hay días que me siento tan casando que me pregunto ¿será posible que el humano tenga que vivir así? ¿Y todo para qué? Para que al final del mes tengas un copioso sueldo que hacen de algunos, fieles admiradores y parte de las hordas de la compañía que, entre tés de buena calidad, llama a los ridículos a formar parte de sus filas bien entrenadas de soldados pendencieros.

Me siento vulgar al ver esas cosas. Y ataco. Claro que ataco, me pongo mi pantalón hippie y trato de demostrarle al mundo que de a poco vivo con nada. Ataco, dejo de tener medios celulares para que sepan que el contacto es de mí hacia ellos. Dejo de tener vida activa para que sepan que mi inactividad es el vehículo de lo personal y no del plural colectivo que infestado de ideas modernas ataca y ataca.

Hay cosas lindas en este mundo, lo sé. El mundo es un espacio heroico en donde el Amor es el verdadero vehículo, en donde el Amor es el único medio, en donde el Amor triunfa a la luz de algunos que entre luchas diarias pueden  encontrar una verdadera razón para levantarse cada mañana.

Yo no quiero más esta vida artificial y me enrosco en el arte para buscarle un respiro a toda esa ficción y es por ello que me las doy de escritor. Y compongo canciones y me la doy de músico. Y escribo en mi blog y me la doy de intelectual. Y toco guitarra y me la doy de guerrero del Arco Iris y escucho a Vivaldi y me la doy de antiguo.

Sólo tengo una cosa que es cierta en Dubái y es a mi portuguesa que entre caricias y horas de sueño me hace pensar que todo tiene una razón en la vida o un buen espacio para acomodarse. Y los adagios de Vivaldi, ahora, se hacen más claros. Y las tensiones en la espalda empiezan a aflojar. Y el hambre que de a ratos me ataca, se me hace más relajado y puedo compartirlo con verduras. Sé cuál es el camino que voy a tomar. Y sé que en muchas decisiones, las vamos a tomar juntos. Ahora, me dedico a preparar el terreno. Nada de acciones desesperadas. Perdón por lo brusco de las palabras, pero así me siento cuando de repente, me siento preso.

Ya no quiero seguir escribiendo letras tibias de algo que no aguanto. Prefiero centrarme en todo lo que busco. En todo lo que espero. En todo lo que quiero.  Pantalones y barbas... ¡a eso apunto! Al verde esperanza que me da la sensación de que hay vida. Al relato casual de una tarde mía y no inventada. A las horas del té, en los días que se toma té.

Al Dios de las Alturas, esperanza.


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