jueves, 17 de mayo de 2012

Un día perdido en Dubai,




Hace tiempo que no escribo. Pero no tanto por no querer. Fue más bien, un error de la comunicación. Dejenme explicarme así se entiende mejor. Desde que llegué a Dubai, todo, desde mi buscador hasta mi cuenta de e-mail, pasó a estar en árabe. Al parecer, ahora, se solucionó. Pero no soy muy optimista y sé que esto es tan sólo un beneficio momentaneo del cual disfrutaré hasta que, en la próxima vez, quiera loggearme y escribir alguna nueva cosa.

¿Por dónde empezar? Pasaron casi tres meses de la última vez que publiqué, aunque no desde la última vez que escribí. Para ser un poco más precisos con los "lectores" vengo mandando algunos e-mails que hacen la suerte de suplente a la hora de escribir. Sin embargo, hoy mientras disfrutaba de mi auto regalado Day Off,sentí esas tremendas ganas que a veces le dan a uno cuando quiere escribir. Pero no algo puntual. Basta de puntualidad para mí, sino de escribir. Lo que sea y nada más.

Así pues, me senté en frente al papel, como en los viejos tiempos. Pelee con tres lapiceras diferentes y hasta encontré una que me funcionó bastante bien. Sin embargo, no pude hacerlo. Pensé para mis adentros ¿y para qué demonios tengo un blog? Es hora de comprarme una nueva computadora. ¡Eso es lo que creo!

Pero basta de introducciones. Basta de pleitos cybernéticos que a la hora de registrar lo que uno hace, tan sólo se queda con el ahora y nunca con el después. Es momento de contar un poco en dónde es que ando y por qué estoy haciendo lo que estoy haciendo.

Si me preguntan a mí, diría que no estoy del todo convencido del lugar. Dubai es un especie de Isla aunque no en su cualidad geográfica. Más bien, en sus detalles físicos. Es una especie de apartado social, en donde las personas trabajan 12 hs. al día por el mínimo indispensable para que otra porción de la población que también vive y goza en Dubai trabaje relativamente poco, trayendo y llevando personas de todas partes del mundo para que vayan a otras partes del mundo. Después, está la clase más rica que es la que me gusta llamar NO trabajadora. Son solamente los que aportan el dinero a los miles de desperdicios que produce Dubai. Me alegra anunciar con un dejo de tristeza que esta debe ser la ciudad que más derrocha  energia, recursos y cualquier otra cosa. Lo curioso es que es el lugar más falto de recursos naturales del mundo.

Calculo que este tipo de actitudes son las que se dan cuando lo que rige es la opulencia. Aquí no se trata de hacer, sino de mostrar. El progreso no es por lo ultil, sino que es por lo inutil de la soberbia. Es como cuando a un desnutrido se lo quiere alimentar con una mesa repleta de comida. Entonces este, en su hambre voraz, quiere comer de todo lo que hay en la mesa. El problema es que el estómago del desnutrido no está preparado para tanta cantidad de comida precisamente por la falta de alimentación. ¡Así es Dubai! Una zona en donde no hay nada, pero se encuentra de todo. Es un bebe, sin personalidad. Sin alma. Desalmado para con el mundo que le rodea.

¡Y aquí estoy yo! Viviendo la vida loca, al estilo Pánico y Locura en las Vegas con la salvedad de que la Locura es quedarse en el desierto, en donde el agua se desperdicia en la mayoría de los lugares públicos.

El mundo tiene sus vueltas y quizás yo sea el desalmado que ve todo opaco y gris. Mintiendo a granel a conjunto de lectores sobre las bondades de viajar y viajar con millas de vuelo que nada hacen más que generar un gran desequilibrio físico a nuestro querido cuerpo.

¿Y en dónde quedaron las metas y los sueños? Hay algo que me vienen repitiendo desde el momento en que llegué: "Si viniste a Dubai con un plan, no te lo olvides. Mantené ése plan, sino te vas a quedar acá toda tu vida". Me da miedo pensar lo que te cambia Dubai. Pero no puedo negarlo. Autos que brillan de día y de noche, calores insoportables y el acceso a lo más banal y vulgar del mundo aunque disfrazado de asombro y  tintes de espectacular.

Hay que tener cuidado a la hora de caminar. No olvidarse de dónde es que viene uno. Estoy en la otra punta del mundo, gozando entre las luces que desprenden los múltiples rascacielos que llegan al infinito y bajan hasta lo más profundo de las cavidades marinas. Estoy en la cima de la planicie más grande e insulsa que el mundo ha dado. Estoy haciendo de jeque, yo que nada tengo que ofrecer al mundo más que una sonrisa con dientes desparejos.

A no olvidarse de dónde suman las horas y por qué el círculo encierra la Verdad. ¡Que sean nuestros minutos los creyentes de que el tiempo es un amigo al que hay que darle la mano para no desesperar!

Salud a la mercerd de la Victoria y la Paz.

Amadeus,

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